En el Día del Trabajador recordamos al más haragán de La Vecindad

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Creada y protagonizada por Roberto Gómez Bolaños, El Chavo del 8? fue una de las series más emblemáticas de toda Latinoamérica. Emitida por primera vez en 1971, duró hasta 1980, ya con algunos personajes legendarios fuera de la pantalla.

Uno de ellos fue el siempre recordado Don Ramón?. Viudo, padre de la Chilindrina, protector del Chavo, amor imposible de Doña Clotilde (alias La Bruja del 71) y eterno deudor de la renta de la vecindad.

Sin embargo, pese a su fama de extremo haragán, Don Ramón fue un trabajador de mil y un oficios. Por eso, este 1 de mayo, Día Internacional del Trabajador?, destacamos el recuerdo de algunos de sus oficios.

Si bien a Don Ramón nunca se le conoció un trabajo fijo, a lo largo de los diferentes episodios de la serie se fueron mencionando sus variadas profesiones de juventud, desde boxeador hasta futbolista, torero, guitarrista, cantante, músico y más.

 

También encaró muchos oficios que por algún motivo nunca logró mantener, ya que, si bien se lo muestra como un personaje honrado y generoso, frases como "No hay trabajo malo… lo malo es tener que trabajar", estaban entre sus expresiones de cabecera. Junto a otras de igual guiño cómico: "¿Cómo se te ocurre despertarme a las 10 de la madrugada?"; "Tengo unas ganas de trabajar…pero me las aguanto".

Así, aunque mantener un mismo trabajo no era lo suyo, ante la necesidad planteada en cada episodio de pagar la renta o darle un peso a su hija para que se comprara la tan mencionada "torta de jamón", fueron muchas las labores temporales que intentó desarrollar, casi siempre truncadas por la intervención del Chavo del 8, Quico, la Chilindrina o alguno de los otros niños de la vecindad.

A la hora de optar por un trabajo, las especialidades de Don Ramón fueron los oficios cotidianos que podía hacer dentro de la vecindad. Algunos de ellos fueron: fontanero (plomero), zapatero, carpintero, peluquero, maestro de obras, jardinero, yesero, ropavejero, profesor de música, pintor, barbero, electricista y lechero. Todos trabajos sobre los que, una y otra vez, intenta enseñar y educar a los chicos, siempre con mucho amor, pero poca paciencia.

 

Aunque también intentó desarrollar a otro tipo de emprendimientos más "pretenciosos" siempre terminaron en el mismo destino fallido: vendedor de los churros de Doña Florinda, globero, mecánico, vendedor ambulante, representante de artistas, fotógrafo, entrenador, coordinador de coros y festejos, albañil, abogado y maestro de escuela.

 

Y a pesar de este nutrido currículum, fueron pocas y extraordinarias las veces que Don Ramón pudo ahorrar dinero para pagar al menos uno de los consabidos "catorce meses de renta" que siempre le debía al Señor Barriga.

La última referencia que se dio en El Chavo del 8 respecto a su "presente laboral" fue hacia finales de 1981, en un episodio de Navidad, cuando la serie ya estaba llegando a su final y había vuelto a formar parte del programa Chespirito.

Don Ramón ya no aparecía en el show y para justificar su ausencia la Chilindrina le cuenta a Doña Florinda que su padre había partido a trabajar al extranjero y que no regresaría hasta conseguir una gran fortuna.