Francia refuerza el dispositivo de protección antiterrorista con medios adicionales

La libertad de expresarse, de decir lo que pensamos, la caricatura. Al escudo de la República, es decir a la Policía. A la tolerancia. A los judíos, de nuevo. Los terroristas han querido atacar los símbolos de Francia». El primer ministro francés, Manuel Valls, ha asegurado esta mañana que tras los atentados y los ataques de los últimos tres días «habrá un antes y un después», pero que los valores republicanos deben permanecer más fuertes que nunca, por lo que ha animado a todo el mundo a asistir a las marchas convocadas para este fin de semana.

Varios miles de personas se han concentrado en silencio este sábado en diversas ciudades de Francia contra el terrorismo y en homenaje a las 17 víctimas de los atentados de los últimos tres días, entre ellos los doce muertos en la revista ‘Charlie Hebdo’.

Las marchas han sido muy numerosas en distintas ciudades como en Pau, localidad de 80.000 habitantes en el sudeste de Francia que, según la alcaldía, ha logrado reunir a cerca de 40.000 personas.

‘Todos somos Charlie’, fue uno de los lemas más vistos en estas manifestaciones, que se celebraron también en otras ciudades como Orléans (centro), con unos 22.000 asistentes, o Niza (sur), donde cerca de 25.000 personas se reunieron en el Paseo de los Ingleses a lo largo de la playa.

Un total de 1.350 efectivos se unirán a la Policía este domingo «para garantizar la seguridad de nuestros ciudadanos», ha explicado el ministerio del Interior.

Sin embargo, ni la Gendarmería ni el Ejército pueden evitar el miedo. Existe un temor, muy fundado, a que posibles amenazas, y falsas alertas, conviertan la jornada de mañana en un caos. Esta misma mañana, el parque de Eurodisney, a las afueras de París, está siendo evacuado por una amenaza incierta, lo que está obligando a cerrar puertas y sacar a miles de familias con hijos pequeños.

Ya ocurrió el viernes en la capital, donde durante una hora se cerró la Plaza de Trocadero, junto a la Torre Eiffel. O en el Marais, el barrio judío, donde la Policía cerró por seguridad todas las tiendas de la célebre Rue des Rossiers.