Hace unos años una enorme cantidad de bosques fueron talados para construir plantaciones de aceite de palma en los alrededores de Peniraman, Borneo, provocando que la población de orangutanes que allí vivían perdiesen su hábitat natural y tuviesen que migrar a zonas cercanas. No es la primera vez que pasa ya que estos animales han perdido el 80% de su hábitat debido a la deforestación.
Fue así como una madre orangután junto a su bebé dieron con la aldea de Peniraman, desesperadas, buscando comida y refugio ya que se encontraban bastante débiles y hambrientas. El trato que recibió esta madre orangután en la aldea fue devastador.
El International Animal Rescue (IAR) aseguró que los aldeanos golpeaban con palos y piedras a la orangután a pesar de que el animal no daba indicios de ser violenta y nunca atentó contra los lugareños.
La violencia desbordada contra el animal empeoró el débil estado en el que se encontraba hasta que lograron derrumbarla, atarla y quitarle a su cría. Fue entonces cuando la orangután reaccionó y forcejeó con los lugareños intentando recuperar a su bebé. Sin embargo, la maldad de los aldeanos apenas empezaba. Llevaron a la madre a un pozo de agua donde intentaron ahogarla y finalmente la metieron en un jaula, sola, extremadamente débil y herida.
Al borde de la muerte, el animal no tenía fuerzas para luchar por lo que los lugareños le devolvieron a su cría y convirtieron a la familia en una especie de atracción en la aldea. La cría en un intento desesperado por liberar a su madre de las ataduras mordía las cuerdas que la ataban.
Fue entonces cuando un veterinario de IAR logró liberarlas de la multitud y brindarles asistencia médica. Desgraciadamente la madre se encontraba en grave estado y murió pocas horas luego. El veterinario logró salvar a la bebé quien fue trasladada al centro de rescate de IAR, donde le pusieron el nombre de Peni.
Cuatro años pasó la pequeña orangután en el centro de rescate hasta convertirse en adulta, momento en el que sus cuidadores la liberaron al bosque para vivir libre, rogando que la pequeña Peni no tuviera que vivir nunca las atrocidades a las que su madre fue sometida.
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