Con la llegada del calor, visitar piscinas y parques acuáticos se vuelve una opción popular. Sin embargo, ese característico olor a cloro que muchos asocian con limpieza podría ser una advertencia.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) explican que el cloro puro apenas huele. El olor intenso proviene de las cloraminas, sustancias que se forman cuando el cloro reacciona con compuestos orgánicos como orina, sudor, heces, células muertas, maquillaje o desodorante.
Estas cloraminas no solo causan el olor desagradable, sino que también reducen la efectividad del cloro para eliminar bacterias. Además, pueden provocar irritaciones en ojos y piel, dificultades respiratorias e incluso crisis asmáticas, sobre todo en piscinas techadas o mal ventiladas.
¿Qué puedes hacer para protegerte?
Antes de nadar, es fundamental ducharse con jabón, usar el baño previamente y evitar ingresar si se tienen infecciones o diarrea. En el caso de los niños, es necesario que utilicen pañales especiales para agua y que los cambios se hagan lejos del borde de la piscina para evitar la contaminación directa.
Durante la estancia en la piscina, se recomienda no tragar agua, usar goggles y gorra de baño, tomar descansos frecuentes para ir al baño y mantenerse bien hidratado.
Al salir del agua, lo ideal es enjuagarse con agua limpia para eliminar residuos químicos del cuerpo y aplicar una crema hidratante para proteger la barrera de la piel.
Si presentas molestias persistentes, lo mejor es consultar a un médico.
Disfrutar del agua no tiene por qué representar un riesgo. El olor fuerte a cloro no es señal de limpieza, sino de contaminación. Siguiendo estas recomendaciones, podrás refrescarte sin comprometer tu salud.
