Una carta de amor personal por los 35 años de Metal Gear

Imagen de Metal Gear, videojuego histórico
Foto: Imagen de Metal Gear, videojuego histórico / GETTY

Este es un pequeño ensayo que hago para celebrar una maravilla de la modernidad, como lo es Metal Gear.  Este 13 de julio son los 35 años de su inicio, lo que para mí es la mayor saga de videojuegos en la historia.

Claro, hay quienes dirán que los Final Fantasy son más especiales, o joyas como Chrono Trigger, Resident Evil o Silent Hill. Son muchas, pero ninguna es tan especial -para mí, insisto- como estas obras de arte creadas de la mente brillante de Hideo Kojima.

Acción, espionaje, bosses para derrotar, múltiples armas y diálogos de película. Así parecía en un inicio Metal Gear, un juego más que pone a la guerra como juguetitos verdes con soldados. Pero no. Kojima siempre estuvo adelantado a su época.

Imagen de Metal Gear, videojuego histórico
Foto: Imagen de Metal Gear, videojuego histórico / GETTY

Desde un inicio tenía un planteamiento más extenso para contar esta historia que posee un arsenal de líneas argumentales, confusas a veces, pero satisfactorias una vez que entendés esos «vueltos de tuerca».

Es, además, una trama con traiciones, alianzas poco esperadas, con lecciones de historia de la humanidad y hasta con nano máquinas. Increíble como tantos conceptos ambiciosos funcionan tan bien en cada entrega (en la mayoría al menos), dejándonos obras que algún día, en un futuro cercano; se exhibirán en museos del arte moderno.

Metal Gear, la máxima autoridad del mundo gamer

 

Con un estilo de juego desafiante, vanguardista, transgresor; desde los juegos de la MSX hasta ese momento épico en 1998 con Metal Gear Solid, para la PS1, se podía reconocer que se estaba ante algo especial.

Previamente, no había nada parecido a ese clásico juego de Snake infiltrándose en Shadow Moses. Fue un rompe esquemas. Y todavía lo sigue siendo.

Imposible olvidar batallas únicas como contra Psycho Mantis, o esa pelea a puño limpio contra Gray Fox; sin decir de lo que se sentía enfrentarse a una máquina gigante con lanzacohetes. Esos elementos lo vuelven algo que, aunque sus gráficos ya se ven de hace décadas atrás, sigue apreciándose como una verdadera proeza del mundo gamer.

 

Y luego entrarían en escena otras joyas como Metal Gear Solid 2. Ese videojuego se adelantó 20 años al discurso que tenemos en redes sociales hoy en día. Así de genio fue Kojima. Y si hablamos de Metal Gear Solid 3, pues qué decir: la batalla más épica en más de 50 años de la historia gamer, está ahí, sin lugar a dudas.

Un campo lleno de flores blancas para intentar frenar a una mentora, a The Boss, mujer dedicada a las lealtades juradas; pero ¿con qué fin? ¿Con qué propósito? ¿Quién es quién en un campo de batalla? Tanta filosofía de vida presente en estos juegos.

Una saga para revivir

Metal Gear vive en mí desde que tenía unos 9 o 10 años. En esa época obviamente lo miraba desde un punto de vista más básico, pero sabía que contaba algo más maduro, y que años más adelante podría comprender mejor.

Probablemente, ahora que me dedico también a la crítica de cine y tv, no tendría la misma fineza para esas labores si jamás hubiese conocido esta saga. Me hizo abrir los ojos a nuevas narrativas, a las complejidades que existen en piezas de entretenimiento. Pude diferenciar el arte del pasatiempo común gamer.

 

Son muchas palabras que puedo dedicar para discernir cada uno de sus videojuegos, incluyendo el Metal Gear Solid 4; quizás uno de sus más ambiciosos, o el «V», que desgraciadamente no fue tanto como se esperaba.

Pero, si hiciera eso, no terminaría jamás este artículo. Por ello mejor me despido con un saludo a todos esos fanáticos en el mundo de Metal Gear. Somos los más fieles que hay en el mundo gamer.

Solo el futuro sabe si volveremos a emocionarnos con una nueva entrega, o quizás próximamente con una película, mientras tanto sigo escuchando esas piezas musicales tan importantes como «Here’s To You», «Heavens Divide» o «The Best Is Yet To Come».

De hecho, eso espero, que «Lo Mejor Esté Aún Por Venir».