Hunger: Clasismo, opulencia y gastronomía desde Tailandia

Foto: Imagen de la película Hunger, de Netflix
Foto: Imagen de la película Hunger, de Netflix

Rara vez uno se encuentra viendo una película tailandesa. Puede deberse a que esa oferta de cine no llega mucho a estos lares del mundo; por eso se agradece que Netflix distribuya e invierta en estos proyectos, como Hunger.

Hay que decirlo desde entrada, no es la película más brillante en cuanto a su abordaje narrativo. El mensaje en contra del clasismo y la diferencia entre pudientes y necesitados es absurdamente frontal; pero eso no le quita que sea un producto entretenido.

Desde Parasite, han surgido más propuestas cinematográficas con esa temática de diferencia de clases. La obra coreana lo retrata de forma increíble, con matices de envidiable ejecución. Lo mismo puedo decir de Triangle Of Sadness; que desde el absurdo y la asquerosidad también nos transporta a un mensaje claro.

 

Por ahí también otros ejemplos loables como The Menu y la grandiosa The White Lotus.

En el caso de Hunger ese mensaje queda demasiado a la palestra, es un plato principal, cuando hubiese sido mejor como un acompañante a una trama más fuerte. Sin embargo, no le resta ningún mérito de ser un filme que a pesar de sus 2 horas y media de duración; lleva buen ritmo y es interesante con todo lo que nos presenta.

Foto: Imagen de la película Hunger, de Netflix
Foto: Imagen de la película Hunger, de Netflix

Gastronomía exclusiva para ricos en Hunger

De esta manera, lo que tenemos en Hunger es a una joven cocinera de un pequeño puesto de barrio; que logra sorprender a alguien que trabaja con el prestigioso Chef Paul.

Este hombre, egocéntrico y déspota, es un experto y maestro en la gastronomía. Por eso su forma de trabajo es abusiva, pero de esas que a como dicen: «es para que aprendás mejor».

La película entonces nos va a llevar a esta relación de maestro y aprendiz; de cómo el aprendiz va a ir mejorando y hasta quizás superar al mentor. Pero eventualmente nos va a llevar a algo más, ver a quiénes es que se sirven estos platillos que se hacen con tanto arte: personas ricas y de poder, a la vez que mezquinas y sin escrúpulos por dentro.

Nos plantea además que la comida no es lo que vale exactamente, sino el estatus que genera. Quien no tiene para pagar, no merece comer un manjar como los que se hacen en Hunger.

Una apuesta interesante de Netflix

Y es así que la trama nos va a llevar a decisiones difíciles para Aoy, la joven cocinera, con respecto a su familia y futuro profesional; para llegar a una secuencia final muy entretenida e intensa.

Me parece que Hunger es de ese tipo de filmes que sí valen la pena verlos. Te transporta a otros espacios, culturas, pero cuyo mensaje hace eco en cualquier parte del mundo.

Con una fotografía y efectos especiales que nada envidian a cine norteamericano; tenemos un platillo interesante para saborear desde Tailandia.