¿Qué órganos podemos trasplantar y cuáles no?

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Aunque esta semana un equipo de médicos estadounidenses realizó con éxito el primer trasplante total de pene y escroto, el principal objetivo a la hora de hacer un trasplante es preservar la vida de los pacientes, por eso los avances en este campo hasta ahora se han concentrado en los órganos vitales.

Los remplazos de otros órganos, como los pulmones, el páncreas y el intestino delgado, se han hecho más frecuentes en años recientes.

Hoy en día también son comunes los trasplantes de tejidos: médula ósea, tendones, córneas, piel, válvulas del corazón, nervios y venas.

Estas son las partes de nuestra anatomía que por ahora no se remplazan y por qué:

La cabeza
Los trasplantes de cabeza no son posibles y es improbable que lo sean en el futuro cercano, según expertos.
Dejando a un lado el debate filosófico más obvio —¿sería el cuerpo el que recibe un cerebro o el cerebro el que recibe un cuerpo?—, la principal dificultad para un potencial trasplante de cabeza sería conectar el cerebro con la médula espinal.

La mayoría de las operaciones de trasplante necesitan una conexión exitosa entre los vasos sanguíneos, pero el caso de la médula espinal, de la que depende el movimiento de todo el cuerpo, es mucho más complejo: la médula es una red de células muy especializadas, llamadas neuronas o células nerviosas.

Este tipo de células transmiten información a través de impulsos nerviosos y señales químicas, y si se dañan no pueden ser remplazadas ni reconectadas.

Eso explica por qué, hasta hoy, las lesiones severas de la espina dorsal suelen ser permanentes.

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La retina

Aunque hace décadas que se realizan con éxito los trasplantes de córnea, todavía no es posible remplazar la retina, la parte más anterior del ojo y que permite la visión.

De nuevo, esta parte del cuerpo está formada por muchas y muy intricadas conexiones de células nerviosas y ahora mismo está fuera de las posibilidades técnicas de la medicina abordar un trasplante de una estructura neurológica tan compleja.

La vesícula biliar

Cuando falla este pequeño órgano situado bajo el hígado, los médicos no lo remplazan porque no compensa los riesgos.
Después de someterse a un trasplante los pacientes deben tomar de por vida medicación para evitar que el nuevo órgano sea rechazado por el cuerpo.

La vesícula biliar es el órgano que almacena la bilis, un fluido que se libera en el intestino delgado para ayudar a la digestión.

El bazo

El caso del bazo es ligeramente diferente.

"Es un órgano que filtra, repone y almacena glóbulos rojos", explica, pero, como tampoco es esencial para la vida, se aplica el mismo principio.

La diferencia es que una vez extirpado el órgano, el paciente debe tomar antibióticos toda la vida, porque este órgano es clave para el sistema inmune.

De nuevo, de lo que se trata es de encontrar el equilibrio y buscar lo mejor para el paciente y en este caso "la extirpación y los antibióticos se consideran una intervención de menor riesgo que una operación de trasplante acompañada de medicación para toda la vida para evitar el rechazo", dice Mason.

3 claves para el futuro de los trasplantes

El enfoque principal siempre estará en los órganos que mantienen la vida, los órganos se trasplantan por una razón, debe satisfacer una necesidad del paciente.

Por eso existe el trasplante uterino, por ejemplo. Las mujeres pueden vivir sin útero, pero pueden sentir que no se realizan en la vida si no tienen hijos. Un trasplante uterino satisface la necesidad de esa paciente en particular.

Pensando en el futuro, los médicos dicen que los pacientes se beneficiarán de una combinación de trasplantes tradicionales de órganos, como hígado, corazón o pulmón, pero también de terapia celular y trasplante de células.

Están tratando de integrar más los trasplantes con la medicina regenerativa, las nuevas tecnologías y la bioingeniería.