El Salvador: La casa de Valeria, de 7 años, fue la primera que el deslave golpeó

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Recargada sobre un muro de piedra, Renata Muñoz aún no consigue creer que unos metros adelante, bajo una montaña de tierra, piedras y escombros, su hija y su nieta murieron, tan solo unas horas atrás.

Minutos pasan de las seis de la mañana y el sol aún no calienta. Renata y otras cuatro mujeres sollozan, con la mirada fija. Poco antes de la media noche, un alud de tierra y lodo bajó por la quebrada conocida como El Conacaste, en el cantón del mismo nombre: una zona de cañales en el municipio de Nejapa.

La corriente arrasó con con al menos 25 casas que se encontraban a la orilla de la quebrada. Así lo describen los lugareños. “Solo en este pedazo habían diez casas y ocho ya no están”, dice Omar Barrios, de pie al otro lado de la quebrada.

 

La primera casa que la corriente encontró, en su devastadora ruta, fue en la que vivía Dinora Nuñez, hija de Ranata. Ahí también residían Héctor Siliceo y Valeria, de siete años, hija de la pareja.

Los tres cuerpos fueron recuperados entre las tres y cuatro de la madrugada. Una decena de socorristas y bomberos lucharon contra la oscuridad y los escombros hasta encontrar el punto en donde la familia dormía.

Encontraron primero a Dinora, a un lado de lo que solía ser la habitación principal. Luego encontraron a Héctor, con una profunda herida en el lado derecho de su rostro, y por último, como si sus padres la hubiesen resguardado, estaba Valeria.

 

La familia vivía en la zona desde hacía 10 años atrás. Cuando Dinora y Héctor se casaron. Ella se dedicaba a los egipcios domésticos, él era mecánico de oficio. Con mucho esfuerzo, relatan quienes los conocieron, habían conseguido levantar su hogar.

“Tenía buenos cimientos”, dice la hermana de Dinora, al referirse a la casa en donde ella vivía. “Hasta un muro tenía”, relata y señala que nunca antes había sucedido algo similar en la zona.

"Aquí nunca había pasado algo así"

Señalan que el origen del deslave es un promontorio de rocas y tierra que una empresa constructora comenzó a vaciar, quebrada arriba, unas semanas atrás.

 

“Aquí nunca había pasado algo así, no en las peores tormentas o huracanes”, dice Renata, madre de Dinora. Ella vive en el lugar desde hace 28 años y su casa, junto a la casa de su hija, se salvó “de milagro”, cómo ella misma relata.

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Pide a las autoridades una investigación de lo sucedido. Un kilómetro quebrada arriba, es posible corroborar un enorme promontorio de tierra que parece haber cedido a la fuerza del agua.

 

Los lugareños aseguran que, durante las últimas dos semanas, esa tierra y rocas fueron creando una obstrucción en la quebrada que terminó de colapsar la noche del 29 de octubre, minutos antes que el alud de tierra impactará contra la casa de Dinora, Valeria y Héctor. Renata sigue sin poder creerlo, informó El Diario de Hoy.