Un siglo después, Puerto Rico recuerda devastador terremoto y tsunami

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"¡Que viene el mar! ¡Que viene el mar!". Con este grito desesperado, muchos vecinos de Mayagüez, en el oeste de Puerto Rico, alertaron de la llegada de un tsunami el 11 de octubre de 1918.

Solo cuatro minutos antes, la isla entera se había estremecido por los temblores del que se considera el terremoto más mortífero en la historia del país.

Según los reportes, un total de 116 personas murieron como consecuencia de ambos desastres, 40 de ellas ahogadas por el maremoto.

Los expertos creen que es poco probable que dos sismos de tanta magnitud como el llamado "terremoto de San Fermín" puedan registrarse en un período de menos de 100 años.

Pero precisamente este jueves, un siglo después, Puerto Rico recuerda este suceso que marcó su historia mientras trabaja por prepararse ante la inevitable llegada, tarde o temprano, de un nuevo terremoto.

Eran las 10:14 de la mañana cuando el sismo, con una magnitud aproximada de 7,3 en la escala Richter, comenzó a hacerse sentir, sin previo aviso.

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Aunque según Alberto López Venegas, profesor de geología en la Universidad de Puerto Rico, "hoy hablaríamos de otras magnitudes".

"El problema es que al llegar a ciertos niveles, los sismógrafos se saturan aunque el evento siguiera creciendo", le explicó a BBC Mundo.

El epicentro, registrado en el Cañón de la Mona que separa el país de República Dominicana, se localizó en el mar, muy cerca de la esquina noroeste de Puerto Rico: a poco más de 40 km.

Esta zona fue la más afectada, en especial municipios como Mayagüez o Aguadilla, donde las olas del posterior tsunami llegaron a los seis metros de altura.

Ada Monzón, la primera meteoróloga profesional en la televisión de Puerto Rico, aún recuerda las historias que su abuela de Mayagüez, que por aquel entonces tenía 19 años, le contaba sobre la tragedia.

"Cuando la tierra comenzó a temblar, todo el mundo empezó a correr y la gente gritaba en la calle que el mar se había retirado y que venía el maremoto", le dice a BBC Mundo.

Su abuela hablaba del ruido que hacía la tierra, "que era como un crujir".

Muchas personas aseguraron haber visto ondulaciones del suelo, "como si el terreno hiciera olas del mar" como señal de la propagación de las ondas sísmicas.