Colocan tres espejos para dar luz al pueblo de las sombras.

Rjukan, una pequeña localidad Noruega, no recibía luz solar durante gran parte del año debido a su peculiar ubicación en el fondo de un valle.

Durante más de 6 meses al año el pueblo de Rjukan, en Noruega, no recibe la luz solar. Los rayos esquivan sus calles, que quedan en completa penumbra entre los meses de septiembre a marzo. Rjukan vive encajado en lo más profundo de un recóndito valle. El sol parece olvidarse del pequeño pueblo, al que evita casi la mitad del año. Pero sus habitantes han encontrado una solución.

Tres gigantescos espejos, o heliostats, instalados en la ladera de la montaña, permitirán que este invierno, por primera vez, la luz solar llegue al pueblo.
Rjukan lleva años soñando con esta idea, que hace casi un siglo un obrero de la ciudad ideó. Pero no ha sido hasta hace unos meses que Martin Andersen, creador de los planos de los actuales espejos, logró la financiación. Más de 600.000 euros para la construcción de estos espejos con los que se pueda reflejar la luz hacia el pueblo.

Rjukan por fin logró construir los espejos, que están controlados por una computadora para seguir la trayectoria del sol y ajustar el ángulo para poder bañar a la plaza del pueblo con luz. Además, un conjunto de paneles solares proveen la energía que necesita este equipo para desplazar los espejos automáticamente y colocarlos en posición.

Estos espejos han traído una nueva vida al «pueblo de las sombras». La plaza de Rjukan se ha convertido en un lugar de encuentro vital para sus habitantes.

Agencias