Estados Unidos se prepara para iniciar en mayo la producción de su nueva bomba nuclear B61-13, una versión modernizada y significativamente más potente del arsenal existente. Así lo confirmó Teresa Robbins, jefa interina de la Administración Nacional de Seguridad Nuclear (NNSA), durante una audiencia del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes.
Robbins indicó que la primera unidad estará lista este mismo mes, casi un año antes de lo inicialmente previsto.
La B61-13 representa un paso importante en la modernización del arsenal nuclear estadounidense, con una potencia estimada de 360 kilotones, es decir, 24 veces superior a la de la bomba Little Boy, lanzada sobre Hiroshima en 1945.
El Departamento de Defensa ya había anunciado en octubre de 2023 sus planes de desarrollar esta versión actualizada, argumentando que responde a “las exigencias de un entorno de seguridad en rápida evolución”.
EE.UU., a punto de producir una bomba nuclear
Esta bomba reemplazará progresivamente a algunas de las actuales B61-7, aportando mayor precisión y capacidad de despliegue a través de aeronaves modernas.
La decisión de avanzar con este armamento ha generado preocupación a nivel internacional, especialmente entre defensores del desarme nuclear; quienes advierten sobre el riesgo de una nueva carrera armamentista. La B61-13 no solo simboliza un avance tecnológico, sino también un cambio en la postura estratégica de EE.UU. frente a las crecientes tensiones globales.
Con su enorme capacidad destructiva —14 veces más potente que la bomba Fat Man, lanzada sobre Nagasaki— la B61-13 reaviva el debate sobre el equilibrio entre seguridad nacional y responsabilidad global. Su pronta entrada en producción marca un nuevo capítulo en la política nuclear estadounidense, en un contexto geopolítico cada vez más complejo.
