Más de 15 mil niños explotados sexualmente en Guatemala

Guatemala no cuenta con estadísticas de cuántas personas son afectadas por el fenómeno de la trata con fines de explotación sexual.

Algunas organizaciones de la sociedad civil estiman que solo en la ciudad de Guatemala, hay 15 mil niños, niñas y adolescentes que son explotados sexualmente, en tanto, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) calcula que por cada víctima rescatada treinta más son explotadas de forma clandestina y se encuentran ocultas.

Claudia de 21 años, fue iniciada en la prostitución cuando tenía 12 años. Ella narra que empezó a trabajar en casas cerradas, donde explotan a niñas y adolescentes.

“Eran unos chinos que nos gritaban mucho. En ese lugar nos obligaban a drogarnos. En una ocasión tuve que inhalar cocaína porque un cliente así lo quería. Como me puse a llorar, entró el dueño, me aventó en una tina y me hizo inhalar la coca”, detalla el informe Trata de Personas con Fines de Explotación Sexual en Guatemala, presentado este año por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

La joven abandonó su casa cuando tenía 12 años, debido a que fue violada por su padrastro, quien constantemente la amenazaba con que le haría lo mismo a su hermana menor.

“Mi mamá trabajaba hasta tarde. Mi hermana tenía seis años y yo doce. Nos quedábamos solas en la casa”, se consigna en el informe.

De acuerdo con lo datos, el padrastro aprovechaba esos momentos para tocar a Claudia y a pesar de que ella se lo dijo a su madre, no le creyó. Por meses Claudia soportó los tocamientos, hasta que el padrastro la amenazó un día diciéndole que si no sostenía relaciones sexuales con él, abusaría de su hermanita. Ella aceptó para salvar a su familiar, pero no aguantó por mucho tiempo y se escapó de su casa.

Una compañera de clase le dio hospedaje y la puso en contacto con unos hombres que contrataban a menores de edad para prostitución. “Ellos son buenos. Nos dan cuatrocientos quetzales si nos desnudamos. Solo debemos estar una hora nada más y no nos harán nada”, le dijo la compañera a Claudia.

Fue así como la adolescente fue iniciada en la prostitución y explotación sexual. Ella regresó un año después a su casa; su padrastro ya había abusado de su hermana.