Desechá estos «mitos» y disfrutá más de tus relaciones íntimas

1) los orgasmos son una explosión incontrolable… Bueno, a ver. Hay orgasmos más intensos y menos. Algunos son como una oleada que te deja inconsciente y otros son apenas un cosquilleo de ¡huy!. TODOS son buenos. Así que no hay que ponerse metas a las que lo mismo no llegamos, porque precisamente no hay dos orgasmos iguales. Debe primar el pasárselo bien, estar cómoda y divertirse, antes que que te tiemblen las piernas media hora después. Hay a quien le tiemblan y a quien no… Y NO PASA NADA, siempre que disfrutes.

2) El dolor, los azotes, el sufrimiento y el placer van unidos. NO para todo el mundo. Dolor y placer. Placer y dolor. Hay quien le encuentra similitudes, pero hay que andar con mil ojos, porque como te equivoques, la que puede terminar en urgencias puedes ser tú…

 

3) Gritar como una posesa. El porno oriental (japonés, mayormente) tiene fama porque sus protagonistas chillan, protestan, gritan como si las estuvieran matando. Posiblemente el porno sea en gran parte responsable de que las mujeres tengamos que “demostrar” que nos los estamos pasando bien. Que vociferes hasta que protesten los vecinos es una especie de “prueba del pañuelo” de estar pasándotelo bien. No todos somos tan expresivos, nena, no te agobies si eres más recatada. ¿Tienes orgasmos? Genial. Tampoco es necesario que se entere el vecino del quinto.

4) Los maratones. Si bien los sexólogos estiman que un coito dura aproximadamente entre 7 y 15 minutos, hay quien se autoimpone una mínima duración, pensando que si no llega a ese tiempo su pareja no va a tener tiempo de llegar al clímax. Bien, está muy bien pensar en el otro, pero de ahí a hacer maratones de una hora, media un abismo (la lubricación falla, habitualmente). Las relaciones sexuales se basan en la coordinación y el acoplamiento de ambas partes. Hay que adaptarse a la pareja. Algunas consiguen llegar al clímax en 10 minutos. Otras necesitarán más. Y los tiempos varían dependiendo de las circunstancias. No hay que ponerse metas ni límites. La cuestión es disfrutar.

Tu vida sexual será más satisfactoria cuanto más deseches mitos, menos des por sentado nada, y más escuches a tu pareja.