Opinión: Nicaragua 40 años después de la tiranía

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En un artículo realizado por la periodista Geraldina Colotti en el periódico italiano “Faro di Roma”, relata el antes y el después de la verdadera historia de Nicaragua en su lucha de liberación contra la dictadura somocista

En su artículo la periodista destaca el levantamiento de los nicaragüenses para ser liberados de las fuerzas imperialistas y las falsas intenciones de algunos movimientos que quisieron hundir en la pobreza a Nicaragua

Aquí el artículo: 

En el año anterior a la victoria del Frente Sandinista, que tuvo lugar el 19 de julio de 1979, mientras avanza el levantamiento popular, las fuerzas imperialistas están haciendo todo lo posible para obtener el rendimiento de la población: además de alimentos, no hay luz, no hay agua. Las escuelas están cerradas. Los estudiantes usaron los bancos para construir barricadas, intercambiaron libros con armas de cualquier tipo: bombas de artesanía, pistolas, piedras.

Unos meses antes, el dictador Somoza recibió en préstamo de los Estados Unidos 20.160.000 dólares para la compra de armas con las cuales prometió liquidar a los insurgentes, los subversivos. El entonces presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, le envió una carta de felicitación por los avances logrados en el campo de … los derechos humanos. Mientras tanto, un ex veterano de Vietnam publica abiertamente un llamado en los periódicos estadounidenses para reclutar mercenarios para ser utilizados contra los sandinistas. Más de 1.000 responden con la misma franqueza, sin que intervenga ninguna autoridad para evitarlo.

Una tiranía bien apoyada por las grandes multinacionales, de las cuales Somoza es socio, además de contar con amigos poderosos en Washington por haber estudiado en la academia militar de West Point, donde se forma la élite de los Estados Unidos. Sus padrinos de América del Norte están convencidos de que, si él cae, incluso las dictaduras centroamericanas que apoyan no tendrán una larga vida, ya que se verán afectadas por la resistencia popular y por la guerra de guerrillas: desde Salvador, desde Honduras hasta Guatemala.

En América Central, las masacres se suceden unas a otras, pero uno no piensa en llorar o ser víctima, en lugar de denunciar y organizarse. En el libro Nicaragua 1978;, del periodista brasileño Paulo Cannabrava Filho (que hoy en día ya no apoya al gobierno de Ortega), se encuentran algunas entrevistas con los guerrilleros y guerrilleras de la época. Voces que aún servirían para refrescar ideas a aquellos que, sobre todo en Europa, se refugian en una visión del mundo basada en una moral de un solo sentido y no en la historia como una necesidad y un choque de intereses opuestos.

En la fase final de la ofensiva contra Somoza, el campo de los que quieren liberarse de la dictadura se amplía, favoreciendo la acción del Frente Sandinista, que tiene una visión marxista y tiene la intención de empujar el reloj de la historia hacia el socialismo. Sacerdotes, monjas, obispos, pequeños burgueses y sectores empresariales se están uniendo, ahora incómodos con la dictadura. Incluso la creación de alianzas implica un costo, y la factura puede aparecer después.

A finales de los años setenta, en Italia había lucha y guerrilla. El deber de todo internacionalista de cambiar las cosas a fondo en el país en el que vive continuaba siendo un imperativo categórico. Pero cuando la hipótesis revolucionaria se aleja en la Italia de las grandes reestructuraciones económicas, el Sandinismo victorioso en Nicaragua constituirá un atractivo para más de uno: hasta el cambio de marcha que devolverá la derecha al comando y la crisis dejará huérfanos y decepcionados de cualquier tipo.

Dos indicadores esenciales permiten medir los términos de una acción política, incluso en los períodos más oscuros: la cuestión social y la antiimperialista. En un caso y en el otro, el MRS ha demostrado que está buscando en otra parte, primero siendo inexistente como oposición parlamentaria, y luego oponiéndose a las nuevas alianzas de solidaridad Sur- Sur que surgieron con la victoria de Chávez en Venezuela. Los que acusaron a Daniel Ortega de haber abandonado el uniforme verde oliva y el marxismo para vestir la ropa del pragmatismo y el cristianismo no han tomado la bandera de Sandino, el general de los hombres libres, sino la bandera del imperialismo, en una manera abierta o disfrazada, incitando a la violencia desatada en Nicaragua el año pasado en el modelo de revoluciones de color.

Obviamente, nadie puede creer que el FSLN haya surgido de nuevo de las cenizas como el Fénix sin haber perdido algunas piezas en el camino: menos de todos los revolucionarios sandinistas, que saben lo que significa ganar y luego ser derrotados, hundirse en las profundidades del neoliberalismo y volver a ganar en un país inmerso en la globalización capitalista. Sin embargo, a pesar del contexto cambiado, tanto a nivel interno como internacional, el FSLN de hoy mantiene un hilo preciso entre las intenciones de ayer y las de hoy, cuando se define a sí mismo como cristiano, solidario y sandinista. 

Una puerta estrecha que se propone hoy de nuevo ante la crisis de la democracia burguesa y el cierre de espacios de viabilidad y seguridad para una oposición verdaderamente alternativa al capitalismo. Se ve en Colombia u Honduras, pero también en los Estados Unidos y en Europa. Cuando la memoria histórica no se destruye, dejando espacio o asumiendo el cuento de los vencedores, uno puede aprender de las derrotas. Se puede aprender de la caída de la Unión Soviética, de la resistencia de la revolución cubana, de la caída de Allende y de la Nicaragua sandinista, que ha cerrado un ciclo, pero no la perspectiva.