Pfizergate y las campañas caza-bobos que nunca deberíamos tragar

Pfizergate y las campañas caza-bobos que nunca deberíamos tragar
Foto: Pfizergate y las campañas caza-bobos que nunca deberíamos tragar / Cortesía

Pfizergate  y Las Campañas Caza-Bobos que Nunca Deberíamos Tragar

De lejos pasa para los latinoamericanos el escándalo de Pfizer, la poderosa farmacéutica estadounidense en el ojo del huracán en estos días. El Pfizergate parece no interesar a muchos en esta parte del mundo. Que si Europa compró más de 4,600 millones de dosis de la vacuna anticovid con sobreprecio, es plata extraída de los bolsillos de los europeos y no es de nuestra incumbencia; más allá de que quienes nos viven dando lecciones de transparencia exhiban aquí las más desvergonzadas prácticas corruptas.

Tal es el caso de la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, quien se encargó personalmente de la negociación para la compra de las vacunas. Von der Leyen ahora enfrenta una investigación y está por verse si ello le traerá consecuencias. Ya en el pasado salió bien librada, es decir absuelta, cuando siendo ministra de defensa de Alemania estuvo envuelta en un escándalo por pago de sobreprecios en adquisiciones y asesorías para el ministerio a su cargo. Entre las empresas beneficiadas con esos contratos estuvo McKinsey, una consultora en la que trabajaba nada más y nada menos que un hijo de la señora ministra.

El Pfizergate también es escandaloso por la forma en que la compañía obtuvo todos los avales europeos y estadounidenses para comercializar su vacuna. Ahora sabemos, por ejemplo, que no fue testada para determinar su eficacia contra el contagio de la enfermedad.

Pfizergate y las campañas caza-bobos que nunca deberíamos tragar
Foto: Pfizergate y las campañas caza-bobos que nunca deberíamos tragar / Cortesía

Sabemos también que el acelerado proceso de aprobación de la vacuna se hizo a pesar de graves irregularidades denunciadas por Brook Jackson, una directora regional de Ventavia, empresa contratada por Pfizer para el estudio fase 3 de su inyección. Jackson denunció a The British Medical Journal, que había informado a sus superiores de todas las anomalías y que al no recibir respuesta de la empresa envió correo informando sus hallazgos a la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos –FDA. Ese mismo día Ventavia la despidió.

Aquí algunas de las irregularidades denunciadas por Jackson:

  • Falsificación de datos.
  • A los participantes se los coloca en un pasillo después de la inyección y no están siendo monitoreados por el personal clínico.
  • Falta de seguimiento a tiempo para los pacientes que experimentaron eventos adversos.
  • No se informan las desviaciones y cambios del protocolo.
  • Las vacunas no se almacenan a las temperaturas adecuadas.
  • Muestras de laboratorio mal etiquetadas.
  • No se cumplió con el protocolo de experimentación a doble ciego.

Este protocolo establece que ni los individuos participantes, ni los investigadores debían saber quién pertenecía al grupo de control que recibiría placebo y quien al grupo de experimentación que recibiría la vacuna.

Hasta aquí el Pfizergate sigue sin ser un tema de interés en la agenda de los latinoamericanos. Parece poco relevante, en tanto hasta ahora y pese a todas las irregularidades señaladas, ninguna entidad con autoridad científica ha contraindicado la aplicación de dicha vacuna para prevenir, no el contagio sino la gravedad frente al contagio.

Sin embargo ¿No debería ser un tema de mucha reflexión?

Hay demasiadas preguntas para hacer y no esperemos que quienes mintieron aclaren nuestras dudas. Todavía hoy, la narrativa dominante sigue vendiendo que las vacunas buenas son las vacunas occidentales por ser occidentales.

Una descomunal campaña mediática contra las vacunas rusas y chinas, por ejemplo, contó con la beligerante colusión de la comunidad europea, EE.UU. y sus acólitos. Hemos sido testigos de la purga aplicada a todo aquello que no venía de sus emporios, sin ningún criterio científico, sin tomar en cuenta el interés de la gente y solo enfilados por razones geopolíticas y económicas.

En diciembre de 2020 la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, María Zajárova se quejaba de que “los medios de comunicación extranjeros han lanzado una campaña contra los medicamentos rusos para prevenir la COVID-19. En sus contenidos tratan de cuestionar o crear una impresión negativa de las vacunas desarrolladas en Rusia”, declaró. Las pruebas de lo dicho por Zajárova  están a un clic de distancia, basta revisar los titulares de los medios señalados.  Los motivos de esa poderosa maquinaria mediática también han quedado expuestos. No solo es militancia antirrusa y antichina, sino algo más poderoso y aún más simple: se trata de billetes, muchos billetes.

PARA MUESTRA UN BOTON

Recientemente salió a luz un documento que refleja la enorme generosidad de la fundación de Bill y Melinda Gates con los medios dueños de la verdad, guardianes de la libertad de expresión, ejemplo de independencia, veracidad y objetividad. Aquí les dejo la lista. Les advierto que a primera vista parece lo que es, más que generosas donaciones, un reparto de beneficios, como cuando usted ha destacado haciendo su trabajo y al final de año recibe una palmadita en el hombro y un bono por cumplimiento.

La lista es más grande. Incluye También a centros de periodismo de investigación, asociaciones de periodistas, universidades que forman periodistas y proyectos comunicacionales.

La suma total de lo repartido es de 319 millones de dólares. Un pelo del gato tomando en cuenta que los 10 hombres más ricos del mundo duplicaron su fortuna durante la pandemia, conforme al estudio Las Desigualdades Matan publicado por la organización internacional Oxfam en Enero de este año. Gates es el cuarto en esa lista de mil millonarios, según Forbes con 137 mil millones de dólares. No sería nada extraño que el generoso Bill estuviera muy contento con estos medios. Todos hablaron maravillas de Pfizer y su vacuna y todos hoy hacen mutis frente al escándalo.

LOS INTERESES DE BILL GATES EN LA VACUNA DE PFIZER

Resulta que la fundación de Bill y Melinda Gates trabaja desde antes de la pandemia con la farmacéutica alemana BioNTech, la misma que logró una alianza con Pfizer para producir la vacuna anti COVID-19 Pfizer-BioNTech de la que estamos hablando. La alianza habría sido fraguada por Susan Desmond-Hellman que pasó de consejera delegada de la fundación de los Gates al consejo de administración de Pfizer. ¿Se dan una idea ahora de cómo el hombre duplicó su fortuna durante la pandemia?

Si todavía creen que sigue siendo un tema ajeno para esta parte del mundo, los invito a releer y buscar la moraleja. Sobre todo, quienes compraron la campaña y antes de que les vacunaran contra la COVID-19 se dejaron inyectar de suficiente odio y desconfianza que acabaron haciendo un papelón. Aquí en Nicaragua todavía recuerdo a algunos pocos amigos míos en romería hacia Honduras en busca de la maravillosa Pfizer, aunque las brigadas de salud recorrían los barrios casa a casa para protegernos a todos con vacunas. De las primeras que llegaron a Nicaragua fue Sputnik V, la vacuna rusa, que si acumulara un quinto de las irregularidades descubiertas a Pfizer, sería quemada en la hoguera de los mismos que hoy hacen mutis frente al Pfizergates y reciben generosas donaciones para seguir haciendo un “buen trabajo”.

Erving Vega Brenes

 

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