Yesbelin, la niña que soñaba con ser doctora

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Los Llanos Número Uno es una comunidad ubicada a unos 220 kilómetros de Managua. El viaje toma cuatro horas y media, pese a que la mayoría del camino está en buenas condiciones. La gente que vive aquí se dedica a trabajos de agricultura y ganadería, todo aparentemente transcurre con normalidad, pero no es así.

Los hechos acontecidos la noche del 24 de noviembre del año 2017 estremecieron los cimientos de este lugar, Nicaragua entera quedó sorprendida cuando el 20 de febrero se conoció del hallazgo de un cuerpo en el fondo de un pozo ubicado apenas a 200 metros de la casa de una menor reportada como desaparecida meses atrás. Su nombre Yesbelin María Espinoza. Era ella, su tío la reconoció por la ropa, días después estudios especializados lo confirmaron.

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La investigación de la Policía Nacional y la acusación del Ministerio Público revela que Rommel Jiménez de 27 años habría ganado la confianza de la niña. Más tarde la pequeña Yesbelín, de tan solo 12 años de edad, accedería a encontrarse con Rommel y Yorbin García de 22 años en un lugar ubicado en las cercanías de la casa de Jiménez. Cuando cayó la noche, ambos sujetos violaron a la niña y la hirieron de gravedad con un machete.

La casa de Yesbelin Espinoza está vacía, la de su verdugo y sus familiares también. El temor de la justicia comunal los hizo buscar refugio en el casco urbano de Estelí. En Los Llanos solo quedan los recuerdos de los familiares y vecinos de la niña que soñaba ser doctora pero que ya no podrá. “Yesbelin era una niña cariñosa, iba a clases, no faltaba”, señala Elizabeth González, maestra y directora de la Escuela Guardabarranco. La obediencia y el respeto a los mayores eran características de esta pequeña que cursaba el quinto grado por las tardes en este centro educativo rural.

Una prima vive a unos escasos metros del lugar donde murió la niña. Ambas compartían el mismo nombre, es por eso que quizás la cercanía es más notoria. “Aquí pasaba las tardes, era muy amable y educada”, comente Yesbelin Rodríguez. Ella aún no puede creer el final de la historia de su prima. “Venía a mi casa, aquí pasaba la tarde, jugábamos, dibujábamos, compartíamos como toda niña”, rememora.

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Pero quien sin duda aún vive este dolor en carne propia es Flor Adelina Espinoza, madre de Yesbelin. “Esto ha sido una pesadilla, mi hija no le hacía nada a nadie, no se metía con nadie, era una niña de dominio”, expresa. La necesidad hizo que esta madre se alejara de la comunidad como hacen muchas personas que emigran fuera del país. Para sacar a sus dos hijos adelante trabajaba como asistente del hogar en el municipio de Estelí, a hora y media de su hogar el cual visitaba cada quince días. “Yo la aconsejaba cada vez que iba, por su bien”, enfatiza.

En el corazón de Doña Flor están los sueños de su hija, terminar la primaria, cursar la secundaria y seguir estudiando. “Ella me decía que quería ser doctora, que quería estudiar para ser doctora”, indica acongojada mientras ve a su otro hijo un par de años menor que Yesbelin, por el que aún se mantiene en pie.

La agonía sigue

El rostro de Flor Adelina se nota demacrado, el cansancio es visible y las enfermedades debido al estrés de todo lo que ha vivido últimamente la agobian. Aún no olvida las noches en vela que vivió durante tres meses que no se sabía sobre el paradero de su hija, martirio que aún no termina. “Quiero justicia para esos dos asesinos”, enfatizó en una mezcla de enojo y dolor a Tn8.tv.

Desde el femicidio y asesinato agravado del que se acusa a Rommel Jiménez y Yorbin García, la comunidad no es la misma, la gente vive entre el temor y la indignación.

Arelis Rodríguez es tía de Yesbelin, dice que la angustia no le permite descansar por las noches. “Yo tengo miedo, no le voy mentir. Si son mis vecinos, vive aquí al lado (Rommel) el asesino”, manifiesta.

Unos 150 metros al norte vive Erika Montenegro, madre de dos hermosas niñas a las que cuida con especial atención. La familia de Erika es propietaria del terreno donde ocurrió la desgracia, se enteraron sobre lo que contenía el profundo pozo cuando realizaban trabajos preparativos para enfrentar el verano. “No se llenaba el pozo, por eso lo revisamos”, comenta. Jamás esta humilde familia de agricultores imaginaba lo que estaba allí. “Fue terrible, llamamos a la policía, vinieron los bomberos, los forenses, costó sacarlo, terminaron como a las nueve de la noche”, agrega Erika.

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Prevención y acción contra la violencia:

La violencia hacia las mujeres cobra la vida de 12 mujeres a diario en la región. Cifras que demuestran una cultura machista arraigada en 14 países latinoamericanos según el reporte de la ONU mujeres y la CEPAL. Nicaragua forma parte de este informe y casos como el de Yesbelin y las otras víctimas de femicidios causan preocupación.

Sobre este tema la vicepresidenta Rosario Murillo anunció la entrega de cartillas de prevención de violencia en las que detallarán señales que debemos tomar en cuenta las mujeres para prevenir más femicidios. Así mismo se prepara un mapa que ayudará a identificar los lugares en donde más se presentan estos casos, una herramienta que podrá ser utilizada en campañas que incluso sumarán a las iglesias.

Sobre el caso de Yesbelin, la Policía Nacional informó a este medio que en cuatro ocasiones realizaron allanamientos en diferentes casas en búsqueda de la niña, ninguna tuvo éxito. El jefe de auxilio judicial del departamento de Estelí, Sub Comisionado Pedro Roque, recomienda “estar pendientes ante los indicios de violencia para poder erradicarla a tiempo”. Mientras la psicóloga Silvia Tórres piensa que la violencia de género se previene “enseñándoles a los niños a expresar sus emociones y a las niñas a no ser sumisas”.

Además “vigilar las amistades que tienen es algo que pueden hacer los padres y madres”, según señala la maestra Elizabeth González.

Mientras tanto, el domingo 11 de marzo en horas de la tarde, el principal sospechoso de este crimen cedió ante la presión social, entregándose a las autoridades policiales de Estelí. Antes, hizo circular un video en las redes sociales en el que irónicamente pide la garantía de sus derechos y que se respete su integridad física. Desconocemos las condiciones bajo las que se entregó, lo que sí sabemos es que se proclama inocente y que el Ministerio Público está listo para probar lo contrario.

Flor Adelina Espinoza extraña a su pequeña hija de apenas 12 años, quien fuera cruelmente violada, asesinada y lanzada a un pozo con una piedra de 92 libras amarrada a su cintura.  Un hecho doloroso que no debe volver a repetirse, una cultura machista que debe ser vencida con actos de solidaridad comunitaria, con educación que alerte en todos los niveles y todos los espacios.