El 4 de mayo de 2025, un ataque aéreo israelí en el campo de desplazados de Jan Yunis, al sur de la Franja de Gaza, causó la muerte de 11 personas, incluyendo tres niños, según informaron las autoridades sanitarias locales. Este bombardeo forma parte de una serie de ofensivas que han intensificado la crisis humanitaria en la región.
En las últimas 24 horas, al menos 51 personas han muerto en la Franja de Gaza como resultado de ataques aéreos llevados a cabo por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), según la agencia palestina Wafa. Las víctimas incluyen numerosos civiles, entre ellos varios niños. Los bombardeos impactaron áreas densamente pobladas, como Al Bureij, Jabalia, Jan Yunis y la ciudad de Gaza, ocasionando también decenas de heridos, muchos en estado grave.
Desde marzo de 2025, Gaza enfrenta una grave crisis humanitaria provocada por un bloqueo israelí total que impide la entrada de alimentos, medicamentos y combustible. Este cerco, el más prolongado en año y medio de conflicto, ha disparado el costo de productos básicos hasta en un 1000%; mientras que alimentos esenciales como carne, fruta o productos lácteos han desaparecido. El 95% de las reservas de harina está agotado y las familias recurren a métodos extremos para alimentar a sus hijos; como cocinar con madera o mezclar harina contaminada con arena.
La comunidad internacional ha expresado su preocupación por la situación en Gaza. Organismos como la ONU y ONG internacionales califican el cerco como crimen de guerra y posible genocidio. Las autoridades gazatíes acusan a Israel de cometer crímenes de guerra y genocidio, señalando una política sistemática de exterminio y limpieza étnica.
Bloqueo israelí provoca escasez extrema de alimentos y medicinas en Gaza
La situación en Gaza continúa deteriorándose a un ritmo alarmante, con la población civil —especialmente niños— pagando el precio más alto de un conflicto prolongado y asimétrico. La muerte de tres menores en el reciente bombardeo a Jan Yunis no solo representa una tragedia irreparable; sino que pone en evidencia la urgencia de una intervención humanitaria efectiva y sostenida.
Mientras el mundo observa con creciente preocupación, es imperativo que la comunidad internacional actúe con firmeza para detener la violencia; garantizar el acceso a ayuda vital y proteger los derechos fundamentales de una población que ha sido empujada al borde de la hambruna y el colapso humanitario.
