Presidente de Filipinas dice que consumió marihuana para «aguantar»

rodrigo duterte

Manila, 3 dic (EFE).- El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, afirmó este lunes que consumió marihuana para aguantar despierto durante la última reunión de la ASEAN en Singapur, aunque ante el revuelo provocado por su comentario, luego matizó que era una broma.

El mandatario, que ha emprendido una guerra contra las drogas que se ha cobrado la vida de miles de personas, se quejó de la "agotadora" agenda de las cumbres, como la de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) celebrada el mes pasado, con reuniones que iban "desde temprano en la mañana hasta la noche".

"Usé marihuana para mantenerme despierto", aseveró Duterte, de 73 años, en un acto hoy en Manila.

Durante esa cumbre varios medios publicaron que el mandatario filipino se saltó varias reuniones para ir a dormir, algo que su portavoz confirmó, aunque explicó que eran "siestas para recargar pilas".

El presidente sugirió que en las cumbres presidenciales sólo se deberían abordar los asuntos más "importantes y urgentes", mientras que el resto de temas se deberían dejar a los equipos técnicos.

Ante la polémica desatada por su comentario de la marihuana -al venir de un presidente que ha impulsado una sangrienta campaña antinarcóticos-, Duterte luego aseguró que fue una "broma".

"Fue una broma, por supuesto que fue una broma, pero nadie puede impedirme que tenga mi estilo", señaló el presidente, conocido por sus comentarios polémicos y poco ortodoxos, que incluyen insultos a la Iglesia católica o bromas sobre las violaciones a mujeres.

Al principio de su mandato, Duterte expresó su apoyo a la legalización de la marihuana medicinal, pero el pasado mayo fuentes de presidencia señalaron que había cambiado de opinión.

La posesión de marihuana se castiga duramente en Filipinas, con penas que contemplan la cadena perpetua y multas que ascienden a los 10 millones de pesos (190.000 dólares o 160.000 euros).

La polémica guerra contra las drogas se ha cobrado 5.000 víctimas en redadas policiales, aunque grupos de derechos humanos elevan la cifra a entre 15.000 y 20.000 asesinatos amparados en el clima de impunidad.