Voltean huesos de los muertos pese a la peste en Madagascar

En Madagascar, la población rinde culto a sus antepasados cumpliendo con el rito de "dar vuelta" a los muertos a pesar de la epidemia de peste que ha segado más de un centenar de vidas.

En un día soleado en la aldea de Ambohijafy, cerca de la capital, Antananarivo, se cumple con el rito, como cada año.

Detrás de la bandera nacional blanca, roja y verde desfila una procesión en un ambiente festivo, casi carnavalesco, en dirección hacia el cementerio. Para los cientos de habitantes de este pueblo, es el momento sagrado del "famadihana", que se celebra de julio a octubre para honrar a los muertos y, de paso, pedir deseos.

Cada aldea elige la fecha para la ceremonia colectiva y cada familia decide qué difunto volteará este año. 

A un muerto pueden darle la vuelta y envolverlo en una nueva mortaja varias veces a lo largo de los años, en función del número de personas que quieran rendirle homenaje.

"Es uno de los rituales más practicados en Madagascar", resume el historiador Mahery Andrianahaga. "Es necesario para la búsqueda de la armonía en el cosmos (…), satisface la necesidad de respetar y honrar a los antepasados para que puedan regresar".

A la cabeza del cortejo va Andry Nirina Andriatsitohaina, de 18 años, que esperaba con impaciencia este momento.

"Me han elegido para llevar la bandera nacional, me siento muy orgulloso de ir a envolver de nuevo los huesos de mi abuela y de todos nuestros antepasados", explica el joven. "Le pediré la bendición y aprobar el examen de bachillerato".

'Bendición' 

Delante del panteón familiar, los hombres cavaron la tierra y abrieron la tumba, para exhumar los restos mortales y colocarlos en una estera.

Mujeres y niños sujetan los cuerpos y los hombres los levantan y los envuelven en mortajas nuevas.

Oly Ralalarisoa, de 45 años, está emocionada. "Estoy encantada de exhumar a mi tatarabuelo", dice. "Esto permite a sus descendientes pedirle la bendición para los próximos nueve años".

Cerca de allí, Isabel Malala Razafindrakoto llora. Lleva en brazos el cuerpo de su hijo muerto cuando tenía tres años. "Me alegra volver a ver a mi hijo y cumplir con mi deber", afirma la joven.

Este contacto entre vivos y muertos sorprende a los extraños, pero para los malgaches es algo natural que  acompañan con música, danzas y cánticos regados con abundante alcohol.

En el cementerio de Ambohijafy, ponen fin a la ceremonia colocando de nuevo los cuerpos (con su nuevo sudario y atados con un cordel de pies a cabeza) en el fondo de la tumba. Un último baile y luego todos intentan llevarse una de las esteras empleadas. 

Los más avispados se llevan una a casa y la ponen debajo del colchón hasta el próximo "famadihana". Les aportará -dicen- suerte y éxito.

'Mentiras'

Algunos médicos temen que les transmitan microbios e infecciones. En un momento en el que Madagascar atraviesa una epidemia de peste esta práctica alarma a las autoridades sanitarias.

Desde finales de agosto más de 1.100 personas se enfermaron de peste y al menos 124 han muerto. La epidemia parece remitir desde octubre.

En el ministerio de Salud, los epidemiólogos constataron desde hace años que los casos de peste coincidían con la temporada de los "famadihana".

"Si una persona murió de la peste pulmonar y luego la entierran en un sepulcro reabierto para un 'famadihana', la bacteria puede todavía transmitirse y contagiar al que ha manipulado el féretro", explica el profesor Willy Randriamarotia, director de gabinete del ministro.

Exhumaciones clandestinas

Para limitar este peligro, las víctimas de la peste no pueden ser enterradas en un panteón que vaya a reabrirse, sino en una sepultura anónima.

Eso en teoría. Porque durante las últimas semanas, la prensa malgache informó de varias exhumaciones clandestinas.

Y es que el culto a los muertos en el país es sagrado.

"No quiero considerar a los muertos como a olvidados bajo tierra. Nos han dado la vida", argumenta una adepta de los "famadihana", Hélène Raveloharisoa.

"Seguiré volteando los huesos de mis antepasados, con o sin peste", clama. "La peste no es más que una mentira", dice.