Policía de Minneapolis reconoce que exagente mató a George Floyd

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El juicio contra el expolicía estadounidense Derek Chauvin, acusado del asesinato del afroamericano George Floyd el 25 de mayo de 2020, prosiguió el lunes en Minesota (Estados Unidos) bajo un fuerte dispositivo de seguridad y dos declaraciones de testigos que acentúan la responsabilidad del acusado.

El jefe de Policía de Mineápolis, Medaria Arradondo, dijo que Chauvin violó las reglas del Departamento de Policía de la ciudad y su código de ética durante el arresto de Floyd, cuando por más de nueve minutos mantuvo su rodilla sobre el cuello de este, lo que le produjo la muerte por asfixia.

 

Valoró que el exagente no cedió en el uso de fuerza letal incluso cuando el detenido cayó inconsciente y tampoco le proporcionó los primeros auxilios obligatorios cuando se encontraba moribundo, con lo cual no siguió el entrenamiento recibido a lo largo de 19 años en la fuerza.

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Arradondo consideró que, al “seguir aplicando ese nivel de fuerza a una persona que estaba boca abajo, esposada en la espalda”, Chauvin no siguió las normas del Departamento.

Agregó que ello “no es parte de nuestra capacitación, y ciertamente no es parte de nuestra ética o nuestros valores”, dijo.

Falta de oxigeno causó muerte 

Por su parte, el doctor Bradford Langenfeld, del Centro Médico del condado de Hennepin (Minesota) y a quien correspondió certificar la defunción de Floyd, señaló que la causa más probable de su muerte fue una “deficiencia de oxígeno”, comúnmente conocida como asfixia.

El galeno añadió que “no hubo ningún trauma significativo u obvio que sugiriera que (Floyd) sufrió algo que le produjera una hemorragia que llevara a un paro cardíaco”.

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La opinión de Langenfeld contradice el argumento de la defensa de Chauvin, pues el forense jefe del condado de Hennepin, doctor Andrew Baker, declaró la semana pasada que Floyd murió debido a un ataque al corazón que fue causado por el uso de drogas.

Derek Chauvin enfrenta tres cargos: asesinato en segundo grado, asesinato en tercer grado y homicidio en segundo grado, que implican condenas de hasta 40 años, 25 años y diez años en prisión, respectivamente.