Peña Nieto sigue pagando el precio de la visita de Trump

Aún sin digerir la renuncia del confidente del presidente Enrique Peña Nieto tras la visita de Donald Trump, el gobierno mexicano sigue pagando los platos rotos que dejó el recalcitrante candidato a la presidencia estadounidense, quien ahora se adjudica como un triunfo personal el cambio de gabinete.

El repudio en México por haber abierto las puertas de la residencia presidencial de Los Pinos a Trump, cuya retórica anti-inmigrante ha llegado a adjetivos como «violadores» y a la amenaza de una muralla fronteriza infranqueable, cundió con efecto dominó hasta tumbar al ministro de Hacienda (Finanzas) Luis Videgaray, conocido como el arquitecto del gobierno de Peña Nieto.

Entre el escándalo de haber sido el promotor y contacto para el encuentro entre el mandatario y el candidato republicano, Videgaray presentó su renuncia el miércoles, un movimiento que Trump no tardó en capitalizar.

«Les dejé claro cuál es la posición de Estados Unidos«, dijo el magnate haciendo referencia a su visita en México, durante un foro televisivo con su rival demócrata Hillary Clinton.

«Si observan lo que pasó, las repercusiones de hoy (miércoles), la gente que organizó el viaje en México ha sido expulsada del gobierno. Así de bien lo hicimos», recalcó. 

Este jueves, sin embargo, en un discurso radicalmente suavizado, Trump dijo en Twitter que «México perdió a un ministro de Finanzas brillante y un hombre maravilloso«, con el que Estados Unidos «hubiera hecho estupendos acuerdos».

Pero para el analista político José Antonio Crespo, «Trump se burla, como era esperable», en una actitud que dice «voy a humillarlos, voy a reforzar nuestro propio discurso ante el mexicano».

En aquel fatídico encuentro el 31 de agosto, que culminó en una conferencia de prensa hombro a hombro, Trump defendió su derecho de construir otro muro fronterizo, mientras Peña Nieto reclamó tibiamente los improperios del magnate contra los inmigrantes mexicanos y reaccionó tardíamente en Twitter sobre su oposición -expresada sólo en privado- a que México pague el muro.

Al ser recibido con todo el protocolo, Trump se llevó de México la oportunidad de verse presidenciable y sumar una foto más para su campaña, mientras que Peña Nieto se quedó esquivando una lluvia de críticas y hasta señalamientos por «traición» de parte de políticos, artistas e intelectuales.

En una acalorada entrevista, el director general editorial de Grupo Milenio, Carlos Marín, acorraló al mandatario cuestionándole por haber recibido a Trump en su casa, donde «este miserable se vomitó».

De su lado, Peña Nieto justificó su decisión defendiendo el «diálogo» por encima de «la estridencia», sacrificando la popularidad en pro de la «responsabilidad» como jefe de Estado. 

«Error tras error» 

«El cambio de gabinete fue un reconocimiento de que la visita fue desastrosa, si no, no hubieran cambiado al principal eje, a la mano derecha del presidente Peña«, comentó Crespo a la AFP.

Más de un 88% de los mexicanos expresaron su repudio a la visita de Trump, según una encuesta de la firma Mitofsky, lo que añade al peor momento de aprobación que vive Peña Nieto, con un mínimo de 23% según una reciente encuesta del diario Reforma.

Peña Nieto «comete error, tras error, tras error. No consulta a la gente que sabe sobre estos temas, entonces se le ocurre invitar a una persona en un momento que es totalmente inadecuado», coincidió Jesús Velasco, analista político y profesor de la Tarleton State University, en Texas.

Antes de la catástrofe Trump, Peña Nieto ya llevaba bajo el brazo una decepcionante economía que se desplomó 0,3% en el segundo trimestre, la perenne violencia ligada al narcotráfico, y una serie de escándalos.

Pese a las sonadas reformas estructurales con las que el presidente buscaba dar una imagen más brillante de México, «la marca mexicana no vende», dijo Velasco, al enumerar la temporal fuga del narcotraficante Joaquín «El Chapo» Guzmán, la compra de una mansión a un contratista gubernamental por parte de la primera dama y el supuesto plagió que hizo el mandatario en su tesis de licenciatura.

Relación con Estados Unidos 

Más allá de la imagen opaca que arrastra el gobierno de México, la visita de Trump podría traer espinas en las futuras relaciones con Estados Unidos.

«El saldo es totalmente negativo para el gobierno mexicano y para México, gane quien gane» en las elecciones estadounidenses de noviembre, estimó Crespo.

El experto explicó que lejos de limar asperezas, Trump y Peña Nieto acabaron descalificándose mutuamente tras el encuentro, mientras que Clinton, ofendida, declinó reunirse con el mandatario mexicano.

«Salió peor de lo que estaba la cosa, con Hillary y con Trump, con ninguno de los dos quedamos bien», resumió Crespo.

En una postura más matizada, Christopher Wilson, subdirector del Instituto México del centro estadounidense de análisis Wilson Center, estimó que la visita de Trump tendría un mínimo efecto negativo en caso de que Clinton resulte victoriosa, e incluso sería positivo si el magnate se convierte en presidente.

Clinton «entiende la importancia de una relación fuerte con México«, y en el caso de Trump, más allá de la controversia del muro «ellos pudieron conocerse y abrieron líneas de comunicación».