Más de 300 policías dado de baja por corrupción en Honduras

Un total de 313 altos oficiales fueron dado de baja de la Policía Nacional de Honduras como parte de un proceso de depuración de la institución iniciado en abril pasado, informó hoy la comisión encargada de ese proceso.

Desde que inició operaciones, la Comisión de Reestructuración y Reforma de la Secretaría de Seguridad y Policía Nacional de Honduras evaluaron a 946 oficiales, de estos 313 fueron dados de baja, lo que representa el 33 % del total, según un informe de ese comité brindado al Congreso Nacional.

El 2,4 % (23) del total de oficiales evaluados están suspendidos del cargo, mientras que el 2,7 % (26) se retiraron de manera voluntaria de la institución, añadió.

En la segunda fase que se inicia en las próximas semanas serán evaluados más de 10.000 agentes de la escala básica (menor rango), señala el informe.

El presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, aceleró el proceso de depuración de la Policía, que inició en 2011, tras la denuncia del diario hondureño El Heraldo y The New York Times, a inicios de abril, sobre oficiales y agentes de la Policía que presuntamente participaron en el crimen en 2009 del zar antidrogas Julián Arístides González.

Además del crimen del exasesor antidrogas Alfredo Landaverde, en 2011.

Según las publicaciones, la muerte de González fue supuestamente planificada por la cúpula de la Policía y otros cargos a petición de un narcotraficante hondureño.

La comisión encargada de la depuración policial indicó que el fracaso de este proceso en el pasado representa un costo superior “a los 300 millones de lempiras (un poco más de 13 millones de dólares) para el país”.

Esa comisión la integran la expresidenta de la Corte Suprema de Justicia, Vilma Morales; el pastor evangélico Alberto Solórzano, y Omar Rivera, miembro de sociedad civil.

La comisión depuradora señala la necesidad de “implementar procesos similares de depuración” en los diferentes organismos de justicia.

Además, recomienda garantizar “la continuidad y sostenibilidad” del proceso de transformación de la Policía hondureña, para lo cual considera que es necesaria la “voluntad” del Estado y de la sociedad civil.

La corrupción y el crimen salpicaron a la Policía de Honduras desde hace varios años, pero hasta ahora los intentos por depurar la institución fracasaron por la falta de voluntad al más alto nivel, según analistas locales.