Guatemalteco narra crimen de niño a manos de soldados beliceños

“Gracias a Dios estoy con vida”, fueron las palabras de José María Antonio Reyes, líder comunitario de la comunidad San José Las Flores, Melchor de Mencos, Petén, quien estuvo preso durante cinco días en Belice y narra cómo militares de ese país mataron al menor Julio Alvarado Ruano, de 13 años, en un incidente registrado en la zona de adyacencia.   

Reyes, quien también se dedica a la agricultura, recuerda que Julio era un niño educado y trabajador, pero  los soldados le dispararon sin piedad. “Exigimos justicia porque somos gente humilde”, manifestó

El afectado narró que a las 17.30 horas del 20 de abril último fue apresado en el área conocida como El Zapote Dos, en la zona de adyacencia, cuando regresaba de sembrar pepitoria. Recordó que los soldados beliceños le apuntaron con fusiles M-16, escopetas calibre 12 y pistolas, luego le indicaron que  levantara los brazos.

Agregó que también le colocaron grilletes y cuando era trasladado al área conocida como Caracol, en Belice, los soldados  y él se internaron en la maleza escucharon que unas personas platicaban y se acercaban en el lugar.

Relató que las personas eran Carlos Alvarado, 48,  y sus hijos Carlos, 11 y Julio, 13, contra quienes dispararon los militares.

Explica que para salvaguardar sus vidas, el padre del menor y su hijo de 11 huyeron con rumbo desconocido, pero quedó herido de gravedad Julio, quien murió en el lugar.

Resalta que vivió una pesadilla, porque cuando los soldados se acercaron al cadáver del menor, le indicaron a él del por qué les había mentido al haberles dicho que no andaba con ellos.

Añadió que lo empujaban y apuntaban con sus armas, luego a las 21 horas emprendieron el viaje hacia un destacamento militar, ubicado en el distrito de San Ignacio Cayo, Belice.

Recuerda que  en la madrugada del 21 de abril, los soldados decidieron descansar y lo colocaron a él cerca del cadáver y con custodia de cuatro militares, ya que el grupo de la patrulla sobrepasaba de 20 integrantes, quienes portaban uniforme verde olivo sin insignias y boina negra.

Explica que las 5 horas  de ese día llegaron a la entrada del referido distrito, donde le vendaron los ojos y no supo qué pasó con el cadáver. 

Añade que lo mantuvieron en el destacamento, y que a tres de la tarde fue trasladado a una corte distrital donde una jueza le indicó que tenía que pagar una multa de BZ$1 mil (unos Q3 mil 500) para recuperar su libertad,  de lo contrario pasaría preso seis meses en la cárcel de Hattyville, ubicada en la comunidad del mismo nombre.