Películas como Spencer son para ponerse en alguna vitrina de exposición artística. Se percibe más como un ensayo original que como un filme convencional, y si gustan de ese tipo de propuestas seguro que vivirán una muy buena experiencia.
Dirigida por el talentoso cineasta chileno Pablo Larraín, nos cuenta una historia de Navidad oscura y tormentosa para la Princesa Diana; ese mítico ícono de la cultura popular que ha sido retratado en numerosos documentales, series y hasta en otra película.
En Spencer no encontrarán una biopic o un relato fidedigno de los hechos. Al contrario, es una recreación de la afectación mental que sufrió Lady Di al pasar unos días con una familia a la que quizás nunca perteneció; en medio de sus propios demonios internos que la llevan a actuar de forma errática.
La puesta en escena, la fotografía, los colores y las transiciones de escena a escena poseen un toque singular, enigmático, como de pesadilla y con esa vibra surrealista que a la vez es intimista.
Spencer: Entre el terror y el drama
Hay algo también particular en Spencer, y es que es un cuento que va más allá de quién es el personaje principal.
Trata más bien de relatarnos una mujer angustiada, encerrada y asfixiada en un castillo frío, lúgubre y sin sentimientos. El cielo gris refleja bastante fielmente el apego emocional de los jerarcas de la Familia Real Británica.
De esta manera, es que Larraín y el guionista Steven Knight plantean una historia de terror psicológico, sutil y confuso en ocasiones; pero al mismo tiempo con gran peso dramático.
¿Y gracias a quién se da ese potente drama? Por supuesto que a una magnífica actuación de Kristen Stewart. La actriz norteamericana ha logrado demostrar desde hace años su potencial y aquí parece llegar ya a ligas mayores.
No mentiré, cuesta un poco ubicarla a Stewart como la Princesa Diana al inicio (físicamente bastante distintas); pero una vez pasado unos 10 minutos se diluye y veremos gestos, articulaciones y uso de lenguaje tanto físico como verbal que representan excelentemente a Lady Di.
Veredicto
Sin duda que Spencer no es una película para las masas. Probablemente pueda aburrir a los menos acostumbrados a un tipo de cine más de autor y artístico.
El ritmo que lleva no es particularmente rápido y los diálogos pueden parecer simples, secos, toscos incluso. Sin embargo, ahí recae la gracia de cómo afronta el filme este drama de la Familia Real Británica.
No son exabruptos, gritos o berrinches los que determinan el estado mental del personaje, sino qué tan contenido o atrapado está en su interior. Y en ese sentido, lo hacen a la perfección, mejorado todavía con un score absolutamente perfecto de Jonny Greenwod. ¡Maestro!
Para terminar, digo que Spencer es una película que vale la pena ver e incluso volver a ver, por ese acabado tan fino en su aspecto cinematográfico; además por ver un gran despliegue actoral de una actriz en ascenso.
