Caminantes blancos «burlan» las llamas de Melisandre en GOT

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Ned Stark repetía incontables veces a sus hijos “se acerca el invierno”. En el tercer capítulo de la última temporada de Game of Thrones, esa profecía se hizo realidad. El invierno y sus muertos llegaron a Invernalia.

Este episodio, con una duración de 88 minutos, abre con todas las tropas del Norte y de la Madre de Dragones a un paso de lo que será la batalla final que decidirá en manos de quiénes quedarán los Siete Reinos, si en las de los vivos o en las de los muertos.

En un punto alto de Invernalia, Jon Snow y Daenerys Targaryen esperan algún movimiento irreversible de las tropas enemigas para actuar. Desde los muros del castillo, Jorah Mormont -intrigado- observa como una figura se acerca solo para descubrir que se trata de Lady Melisandre .

La sacerdotiza roja se acerca a las tropas dothraki y en antiguo valyrio pronuncia una plegaria al Señor de la Luz: "pon tu luz sobre nosotros defendiéndonos, pues la noche es oscura y está llena de horrores”. Acto seguido, el fuego ilumina la noche cuando las espadas de los jinetes dothraki son envueltas en llamas.

“No hay necesidad de que me ejecutes, Ser Davos, moriré antes del amanecer”, afirma antes de cruzar una mirada con el amigo de Stannis y Arya.

Jorah y los jinetes dothraki cargan contra un enemigo al que no han visto, que se esconde en la oscuridad antes de que sus espadas desaparezcan. Solo Jorah Mormont y unos pocos caballos regresan vivos.

“Los muertos ya están aquí”, dice 'Dany' cuando ve que los primeros hombres han caído y emprende el vuelo junto con Jon en Drogon y Rhaegal respectivamente.

Una batalla descarnizada se extiende sobre el campo, en la que Edd es apuñalado después de haber salvado a Sam, quien fuera su hermano en la Guardia de la Noche. Las tropas del Norte se ven superadas por los muertos y no tienen opción otra ante la masacre que están sufriendo que emprender una retirada que cubren los Inmaculados.

Es entonces cuando Davos da la señal para que enciendan las trincheras que cavaron alrededor del castillo, solo para darse cuenta que el aire que rodea el lugar apaga las llamas de inmediato. En ese momento, Melisandre recurre una vez más a su magia para invocar al Señor de la Luz y prender fuego a la línea de defensa.

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Ante el rumbo de la batalla, Arya ordena a Sansa bajar a las criptas, no sin antes darle la daga hecha con vidriagón.

Mientras tanto, Theon y los hijos del Hierro cubren a Bran debajo del árbol donde rezan a los antiguos dioses.

En un trance, el Cuervo de Tres Ojos encuentra a su enemigo, quien al montar a Viserion extiende su mano para que los muertos abran espacios en la trinchera del castillo.

En la batalla que se dimite en los cielos, Aegon Targaryen logra derribar al Rey de la Noche, aunque él también termina cayendo. Daenerys ubica al Rey de la Noche y ordena a Drogon que lo incinere, pero descubre que el fuego de su hijo no causa absolutamente nada al líder de los seres de ojos azules.

Jon corre hacia el Rey de la Noche para ponerle fin a la oscuridad, pero este levanta sus brazos y resucita a todos los que instantes atrás murieron en la batalla.

El encuentro parece haber llegado a su fin después de que los muertos toman absolutamente cada rincón del castillo, incluyendo las criptas, en donde Sansa, Tyrion y Varys tratan de escapar de lo que parece una muerte segura.

El Rey de la Noche y sus generales llegan por fin al Arciano (árbol), donde un Theon Greyjoy trata de hacer un último intento para salvar a Bran antes de ser atravesado con una lanza.

Es el fin para los vivos, la muerte ha ganado. El Rey de la Noche se prepara para asesinar a un Bran sin protección alguna… hasta que Arya y sus habilidades aprendidas en Braavos rompen en la escena con una daga de acero valyrio para trazar en el aire lo que será la maniobra final contra el líder de los caminantes blancos, que se dispersa en el viento del Norte.

El amanecer llega y la Mujer Roja abandona el interior del castillo mientras Davos ve a lo lejos cómo sus cabellera pelirroja se desvanece sobre los campos nevados: "su propósito está hecho".