Analizan cómo trabaja el cerebro cuando hay recuerdos no deseados

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Bien es sabido que el cerebro humano es capaz de olvidar información de manera intencional una habilidad especialmente útil, por ejemplo, a la hora de descartar recuerdos traumáticos para poder responder de manera más adaptativa ante nuevas experiencias, pero tras décadas de investigación, aún no es del todo claro cómo funciona este mecanismo cognitivo.

Tradicionalmente, esta capacidad fue vinculada con procesos pasivos tales como prestar menos atención al recuerdo 'no deseado', enfocándose en otra información o intentando no reproducir ese recuerdo en la memoria.

Sin embargo, un nuevo trabajo publicado este lunes en la revista Journal of Neuroscience sugiere que para olvidar algo intencionalmente se requiere de un esfuerzo mental mayor al necesario para memorizar y hace que nuestro cerebro dirija más atención al recuerdo que deseamos suprimir.}

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Cuestión de percepción

La memoria no es un fenómeno estático, sino que consiste de construcciones cerebrales dinámicas que son constantemente actualizadas, modificadas y reorganizadas en función de la experiencia. Por lo cual, el cerebro en todo momento trabaja para recordar y descartar información, detalla el portal Science Daily.

Los estudios previos sobre el olvido voluntario se enfocaban, principalmente, en la actividad neuronal dentro de las estructuras de control del cerebro, tales como la corteza prefrontal, así como en las áreas responsables por la memoria a largo plazo. En cambio, los autores de la nueva publicación se centraron en la corteza temporal ventral una zona sensorial y perceptiva midiendo la actividad correspondiente a las representaciones en la memoria de estímulos visuales complejos.

Para ello, mostraron una serie de imágenes de paisajes y rostros humanos a un grupo de voluntarios adultos sanos, solicitándoles recordar u olvidar determinadas imágenes, y analizaron, al mismo tiempo, su actividad neuronal mediante imágenes por resonancia magnética funcional (IRMf).

Nivel crítico

Como resultado, los investigadores determinaron que al suprimir exitosamente un recuerdo de manera intencional se registraba un nivel moderado de actividad en las áreas sensoriales y perceptivas del cerebro, donde el esfuerzo por recordar la información requería de una actividad menos intensa.

"Un nivel moderado de actividad cerebral es crítico para este mecanismo de olvido", ya que si es "demasiado fuerte reforzará el recuerdo", mientras que si es "demasiado débil no logrará modificarlo", explicó Tracy Wang, investigadora de la Universidad de Texas en Austin (EE.UU.) y autora principal del estudio.

Los expertos observaron, además, que los participantes tendían a olvidar paisajes con mayor facilidad que los rostros, ya que estos últimos pueden acarrear mayor carga emocional. Asimismo, expresaron la esperanza de que nuevos estudios sobre el tema permitan, en el futuro, ayudar a los pacientes a deshacerse de recuerdos emotivos y recurrentes que interfieren con su salud y bienestar.