Por qué nos volvemos solidarios en los desastres según la ciencia

Son muchas las emociones que sienten los mexicanos después del sismo que sacudió a esta nacion el 19 de septiembre de 2017: miedo, angustia, tristeza, pánico, desesperación… Un listado de sentimientos que prefieren no sentir. Pero que, a pesar del dolor que causan, son el primer engranaje en el proceso de recuperar la felicidad y la calma.

Las situaciones más estresantes son también las que nos motivan más a acercarnos al otro. El Doctor Eduardo Calixto, investigador del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, explicó al Conacyt que es en estos momentos cuando nuestro cerebro libera oxitocina. Se cree que dicha hormona está relacionada con la formación de relaciones de generosidad y altruismo.

El Doctor Calixto comentó que en los momentos más desoladores, en los que nos sentimos más solos e impotentes también son aquellos en los que buscamos estar con otras personas, para que nos ayuden y para ayudarlos de vuelta. Es un principio de protección de la especie.

«En la medida en que empezamos a sentirnos estresados y este estrés común nos genera ansiedad, depresión y tristeza, la única manera de liberarnos —y es algo hermoso en contraparte de esta terrible tragedia— es que nos sentimos capaces de ayudar cuando estamos bien».

Según Vix, la producción de oxitocina está acompañada por la reacción de las neuronas espejo, las cuales despiertan la empatía en nosotros. Sentimos como nuestra la angustia de otros y viceversa. Así es como se genera una cadena de apoyo que no sólo asegura nuestra existencia como especie, también nos vuelve más solidarios, más humanos.

¿Viste la película de Intensa Mente? (Si no, perdónanos por el “spoiler”) Justo lo que nos enseña el final de esa historia es lo que vemos en la ayuda de los voluntarios, rescatistas y demás ciudadanos que donan víveres, herramientas y dinero. La tristeza es la que nos incita a ayudar, a no quedarnos solos.

El Doctor Eduardo Calixto nos recomendó que nos acerquemos a los demás y comuniquemos cómo nos sentimos, así como mantenernos informados de lo que acontece, ya que el desconocimiento nos generará un miedo aún mayor. Hablar con otros nos permitirá controlar la situación poco a poquito.

En los niños se sugiere explicarles de la manera más clara lo sucedido y la importancia de ayudar. «Hay que enseñarles a abrazar y tocar, es importante que abracemos al niño para que con ello, su cerebro pueda disminuir la angustia, la ansiedad y el miedo. El abrazo, un beso o la suavidad de una palabra».