Investigación: La soltería y la buena salud van de la mano

DePaulo, psicóloga en la Universidad de California, en Estados Unidos, se ha convertido en defensora de la soltería, una situación sentimental que considera es más beneficiosa que perjudicial -como la mayoría sugiere-. Su propia experiencia le ha hecho creer con convicción en ello, pues asegura que vivir soltera ha sido su “feliz para siempre”.

Han sido décadas de estudios las que le ha invertido a investigar a más personas que optan por permanecer sin pareja, a fin de disipar el miedo a estar ‘solo’ y a luchar contra los estigmas en torno a la soltería,  apoyándose en las ciencias sociales para exponer los beneficios de no tener pareja.

 

Una de sus investigaciones más recientes, realizada en 2016, involucró a 800 personas distribuidas entre solteros y casados. Con esta exploración constató que los solteros no sólo constituyen relaciones sociales más fuertes al poseer dominio completo de la gestión del tiempo libre para interactuar con otros, sino que cuentan con mejores condiciones físicas que las personas que están en una relación amorosa.

¿El amor es engordar juntos? Esta frase adquiere mayor sentido después de conocer los resultados de lo observado por DePaulo y por otros especialistas que se embarcaron en la misma exploración. Por ejemplo, en un estudio similar llevado a cabo en 2015 por las sociólogas Natalia Sarkisian y Naomi Gerstel, en el que examinaron a más de 13 mil hombres y mujeres, de 18 a 64 años, notaron que los casados eran más propensos a adoptar hábitos menos saludables, como comer en exceso y tener poca actividad física.

En cambio notó que el mayor porcentaje de solteros le dedicaba más tiempo a ejercitarse, o a preocuparse más por mejorar su condición física, que los que se encontraban en una relación.

Dirigido al mismo enfoque, en 2015 la revista Social Science and Medicine publicó una comparativa sobre los índices de masa corporal de 4,500 personas procedentes de nueve países de Europa, apuntando que el mayor porcentaje de parejas casadas arrojaban mayor índice de masa corporal que los solteros. En promedio, pesaban alrededor de cinco libras más que quienes no contaban con pareja.