Creencias guatemaltecas y mayas relacionadas con los eclipses

Fenómenos astronómicos como los eclipses han causado temor en los seres humanos desde tiempos inmemoriales, y entre los mayas y comunidades de la provincia existen creencias sobre este tipo de acontecimientos.

 

Los mayas consideraban a Itzamná como deidad suprema, dios del sol, padre de la vida, y la salud, y a Ixchel, su esposa, diosa de la Luna, venerada por ser la divinidad protectora de la fertilidad, embarazo y de parto, refieren Elba Marina Villatoro y Celso A. Lara Figueroa, en sus artículos Creencias y simbolismos populares acerca del eclipse en Guatemala y Tradiciones populares guatemaltecas sobre el eclipse de Sol, publicados en la revista Tradición Popular, número 92, 1990, del Centro de Estudios Folclóricos (Cefol).

Esto concuerda con la teogonía maya, así como en su relación como pareja marital y la explicación de las creencias populares en torno a los eclipses como resultado de los pleitos entre el Sol y la Luna y su repercusión en la Tierra tanto en animales como en plantas y en el humano, principalmente, en el período de gestación.

Entre los lacandones, la costumbre es ofrecerle al Sol plegarias a través de cantos, para así evitar tanto el pleito con la Luna como la destrucción del mundo.

Entre los mayas de Yucatán, así como entre los pobladores de diferentes regiones de Guatemala, está muy difundida la creencia de que estos acontecimientos astronómicos obedecen a las peleas conyugales entre estos dos cuerpos celestes.

El historiador Antonio de Fuentes y Guzmán señala que por 1665, los mayas quisieron matar a un sacerdote local por intentar detener una ceremonia durante un eclipse. Los indígenas golpeaban tambores, tablas, trozos de hierro, azadones y parrillas de hierro, gritaban y lloraban y decían que querían ayudar a la Luna.

Para los tzutujiles de Santiago Atitlán, Sololá, un eclipse ocurre porque un enorme murciélago, un zotz, ligado a la muerte, sacrificios y fuerzas de la oscuridad, para comerse al Sol y robarle su brillantez. 

La costumbre de nuestros antepasados, cuando hay eclipse, es hacer mucho ruido al tocar la campana, matracas, azadones, tambores, para asustar al murciélago que quiere apagar la luz del Sol.

Entre todos los grupos étnicos y grupos socioculturales del oriente del país y garífuna, el eclipse se interpreta como la deglución del Sol por la Luna, refirió Prensa Libre.

En departamentos de Oriente como Jalapa Jutiapa y El Progreso se cree que es la gran serpiente que tiene sobre su cuerpo al mundo y que es la responsable de terremotos, e intenta ocultar el sol.

En los garífunas, es la lucha del bien y del mal, también representado por un gran pez que se quiere robar la luz del Sol. Es el triunfo del mal de la oscuridad contra el bien.

En todo el país se cree que es el día en que el diablo anda suelto, y por lo tanto hace daño a todo ser viviente. Por los viejos barrios, se cuenta que es cuando el "cachudo" realmente hace lo que quiere, por lo que hay que protegerse de su influencia.