Cárcel para dos granjeros blancos culpables de encerrar a un sudafricano en un ataúd

Un tribunal sudafricano sentenció este viernes a 19 y 16 años de cárcel a dos granjeros blancos que se filmaron mientras intentaban encerrar a un negro en un ataúd y amenazaban con matarlo

"La conducta de los acusados fue de lo más deshumanizante y repugnante", declaró la juez Segopotje Mphahlele del tribunal de Middelburg, situado a unos 165 km al este de Johannesburgo. 

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Los dos granjeros, Willem Oosthuizen y Theo Martins Jackson, habían sido acusados de intento de asesinato, secuestro, agresión e intimidación. 

El caso estalló después de que se difundiera por internet un video de 20 segundos donde se podía ver a un hombre negro, Victor Mlotshwa, tumbado vivo dentro de un ataúd. 

En las imágenes se observaba cómo uno de los granjeros intentaba cerrar el féretro, mientras la víctima gemía y trataba de impedirlo

Este video contiene imágenes fuerte:

 

 

En contexto

Voltean huesos de los muertos pese a la peste en Madagascar

En Madagascar, la población rinde culto a sus antepasados cumpliendo con el rito de "dar vuelta" a los muertos a pesar de la epidemia de peste que ha segado más de un centenar de vidas.

En un día soleado en la aldea de Ambohijafy, cerca de la capital, Antananarivo, se cumple con el rito, como cada año.

Detrás de la bandera nacional blanca, roja y verde desfila una procesión en un ambiente festivo, casi carnavalesco, en dirección hacia el cementerio. Para los cientos de habitantes de este pueblo, es el momento sagrado del "famadihana", que se celebra de julio a octubre para honrar a los muertos y, de paso, pedir deseos.

Cada aldea elige la fecha para la ceremonia colectiva y cada familia decide qué difunto volteará este año. 

A un muerto pueden darle la vuelta y envolverlo en una nueva mortaja varias veces a lo largo de los años, en función del número de personas que quieran rendirle homenaje.

'Bendición' 

Delante del panteón familiar, los hombres cavaron la tierra y abrieron la tumba, para exhumar los restos mortales y colocarlos en una estera.

Mujeres y niños sujetan los cuerpos y los hombres los levantan y los envuelven en mortajas nuevas.

Oly Ralalarisoa, de 45 años, está emocionada. "Estoy encantada de exhumar a mi tatarabuelo", dice. "Esto permite a sus descendientes pedirle la bendición para los próximos nueve años".