El pueblo católico de Villanueva, en el departamento Chinandega, se ha concentrado en vigilia en las afueras de la parroquia Inmaculada Concepción en este municipio, para orar y estar al pendiente de la salud del sacerdote dominicano Juan Bautista Peguero de la Rosa de 100 años de edad, tras sufrir por años de la enfermedad del olvido, Alzheimer.
Esta mañana el Padre Daniel Ibarra informó que el sacerdote ha entrado en estado agónico. “Hemos permanecido al pie de él con su medio de cabecera y la enfermera que lo atiende. Así que en estos momentos transcendentales hay que orar y esperar que sea la voluntad de Dios, recordemos que él decía que siempre estaría con las botas puestas esperando para cuando el Señor llegara”, expresó el padre Daniel.
El recuerdo que tiene el pueblo chinandegano de religioso en la misión evangelizadora; los viajes a caballo, en mula, tractores y en la camioneta sobre trochas pedregosas para llegar hasta las comunidades de los municipios de Posoltega y Villanueva, lugar donde escribió varios cuadernillos con enseñanzas religiosas entre estos el tema del aborto, textos que fueron colocados en los estantes de la biblioteca parroquial en este municipio, ubicado al norte de Chinandega.
De acuerdo a la historia que cuentan los pobladores de Villanueva, dicen que era característico ver al padre Peguero subir a los buses para cantar, hablar de Jesús y el Reino de Dios, y viajar por aquellos caminos empedrados y montosos en su caballo con su sotana para visitar enfermos, bautizar y realizar matrimonios.
El sacerdote Peguero, nació un 10 de marzo de 1917 en República Dominicana, sus primeros 50 años los dedico al servicio a la iglesia como hermano de la comunidad de los padres escoleato Calasan y a se ordenó a los 50 años, de edad. Llego a Nicaragua después de la segunda mitad del siglo pasado.
En diciembre de este año, el pueblo católico y la iglesia festejarían sus 50 años de vida sacerdotal, del quien consideran es un hito histórico con honores a santidad por los milagros de conversión y salvación de las almas, por sus dones de sanidad, su humildad y el amor al prójimo. Por ahora la comunidad de Emaus, un apostatado de mujeres al servicio de Dios y a la iglesia, permanecen en la casa cural, ahora casa de oración y alabanza en rogativas por la salud del religioso que llegó al país de lagos y volcanes hace medio siglo.
