El Salvador: Mara Salvatrucha se divide en dos bandas

En la Mara Salvatrucha hay una división y una lucha entre sus cabecillas por los bienes acumulados. Así lo aceptaron tanto Howard Cotto, director de la Policía, y Rodil Hernández, director del sistema carcelario, luego de la explosión de una granada en el penal de Ciudad Barrios en El Salvador.

Tanto antes como después de ese incidente, diferentes fuentes de El Diario de Hoy corroboraron esa ruptura y aportaron una serie de hechos que lo demuestran y que presentamos a continuación.

Tanto el Diablo de Hollywood (Borromeo Henríquez Solórzano), el Trece (Saúl Antonio Turcios Ángel) y el Crock (Élmer Canales Rivera), entre otros cabecillas de primera línea (Ranfla Nacional) de la MS-13, han sido determinantes en sus órdenes: quitar del camino a la MS-503 o revolucionarios, una agrupación que se ha separado de la Mara Salvatrucha (MS-13) a raíz de la disconformidad en el manejo y distribución de millonarias sumas de dólares que durante la tregua.

Lo anterior ha sido señalado en la investigación conocida como Operación Jaque 300 mediante la cual decomisaron cientos de miles de dólares en bienes a esa organización criminal.

Pero quitar del camino a la MS-503 significa, según fuentes de la Dirección General de Centros Penales (DGCP), descabezar a esa nueva agrupación de disidentes.

Los informantes aseguran que quienes mayormente conforman el ala disidente de la Mara Salvatrucha son dos programas (agrupación de varias clicas): Los Fulton y los Normandis; estos programas tienen bajo su control territorios en los departamentos de Chalatenango, Ahuachapán, Sonsonate y San Miguel. Sus cabecillas son quienes sembraron la idea de exigir cuentas a los cabecillas de la Ranfla Nacional acerca del dinero recibido por esa organización lo cual derivó en una discordia y purga entre esa pandilla.

Pero la orden de purgar a la MS-503 también abarca a los familiares de cabecillas y demás pandilleros que se muestren críticos hacia la MS-13, “para que todos los demás vean la foto”.

Esta última frase, entrecomillada, de acuerdo con las fuentes de la DGCP, podría significar que al matar a dos o tres familiares de algún cabecilla disidente, los ejecutores deben tomar fotos y hacerlas circular por las redes sociales para causar desmoralización en las filas de los renegados.

Con esa orden, los pandilleros estarían haciendo añicos una especie de código, una regla de oro que existía entre ellos: No dañar a los familiares, especialmente padres, mujeres e hijos de aquellos miembros que cometieran faltas contra la agrupación criminal. Según las fuentes, eso se acabó.