Erasmo emprende horizontes positivos como relevista

No es fácil para un serpentinero hacer de manera efectiva la transición de la rotación al cuerpo de relevo de un momento a otro, especialmente si el pitcher al que se le encomienda esa tarea tiene la mente fija en mantenerse firme como integrante de un cuerpo de abridores en las Grandes Ligas.

A Erasmo Ramírez se le pidió eso en la aurora del 2016 y lo hizo de manera tan sobresaliente que alguien pudiera pensar ahora que el nativo de Rivas, Nicaragua, ya no será un abridor en la meca de la pelota.

Después de sobresalir con marca de 11-6 y efectividad de 3.75 en el 2015 -en 34 juegos, 27 como iniciador- en su primera temporada con los Rays, el otrora lanzador de los Marineros de Seattle arrancó a todo vapor el 2016 como un apagafuegos de la novena floridana. Al concluir la segunda semana de mayo hilvanaba marca de 6-1 con tremenda efectividad de 1.32.

«Le pedimos bastante a Erasmo, al enviarlo al cuerpo de relevo», admitió el dirigente de los Rays, Kevin Cash. «De la forma como lanzó en las primeras seis semanas de la temporada, pudo haber sido considerado el Jugador Más Valioso de nuestro equipo. Lo pusimos en cada momento clave posible y cada vez salió airoso.

«Tal vez sea culpa mía, en parte, pero lo trabajamos bastante y los resultados no fueron los mismos que a comienzos de la campaña», analizó Cash. «Tuvimos que comprarle tiempo para darle algunos días extras de descanso, pero últimamente su recta ha recuperado su vigor. Por sobre todas las cosas, Erasmo ha tenido un impacto bien positivo para nosotros esta temporada».

Las cifras le dan la razón al comentario de Cash sobre el derecho de la tierra de Rubén Darío. A finales de julio, tuvo excelente efectividad de 1.08 en un lapso de siete encuentros lanzados.

Ramírez recuerda aquellos momentos en los que los artilleros rivales no le pegaban ni foul, al rememorar lo que ha sido su primera temporada como relevista en el béisbol más exigente que se juega en el planeta.

«Ya desde el primer mes de la temporada, gracias a Dios me estaba yendo bien y mi mente estaba preparada para no volver a abrir [en el 2016]», relató el nicaragüense. «Estaba ayudando a mi equipo y lo más esencial era mantener las piezas de esa manera. Si estábamos ganando conmigo en el bullpen y con los que están subiendo ahora como abridores más los que teníamos antes ¿para qué moverlo a uno a la rotación o cambiar otro a relevista?».

Tal ha sido de exitosa la faena de Ramírez en su nuevo papel, que un observador imparcial podría imaginar que se siente como pez en el agua, pero el joven de 26 años de edad firmado por los Marineros en el 2007 es el primero que reconoce que no ha sido una perita en dulce.

«No ha sido nada fácil», reconoció el derecho que depende bastante de su recta de dos costuras. «Son situaciones que nunca las había vivido, el estar siempre en juegos apretados, en juegos ganando por una.

«Voy aprendiendo, no es excusa, pero al mismo tiempo no es lo mismo», analizó Ramírez. «Uno ya está acostumbrado a estar de abridor, un rol en el que si te hacen dos carreras en un inning, sabes que tienes la oportunidad de tirar cinco episodios más y si sales con dos anotaciones en seis entradas ya logras una apertura de calidad. Estando de relevo no puedes permitir ni una sola».

La siguiente pregunta para Ramírez es obligatoria. ¿Se siente lo suficientemente bien como relevista para olvidarse por completo de un posible futuro como abridor? Y es honesto al responderla.

«Lo de ser abridor siempre está allí, es lo que me gusta más», proclamó el centroamericano. «Pero mientras tanto uno tiene que hacer lo que el equipo le pida. Tienes que acostumbrarte, buscar de hacer lo mejor que pueda. Es lo que estoy haciendo este año.

«Busco terminar fresco, no sobrepasarme», definió el pitcher que debutó en las mayores a los 21 años de edad en el 2012. «A veces uno se siente bien cuando está soltando el brazo, pero tira demasiado y cuando te das cuenta el cuerpo está cansado. Debes saber administrarte, saber qué ejercicio hacer para estar listo todos los días, para entrar al juego ya tarde, a medirte a bateadores que han visto bastante pitcheo y ya vienen a hacer swings. Controlar tus pitcheos quebrados, trabajar en diferentes situaciones, como con las bases llenas o con hombres en segunda y tercera con un out. Uno sube a la lomita a ejecutar, a buscar que la bola siga en el terreno».

La efectividad general del lanzador canjeado a los Rays el 31 de marzo del 2015 por su colega Mike Montgomery no es la misma que la de las primeras seis semanas de la temporada pero aun así los Rays lo traen en situaciones en las que el juego depende de una buena faena suya.

«Me alegra que el equipo me esté dando la confianza todavía, a pesar de que tuve algunos problemas», agradeció el atleta que solamente cometió un error a la defensiva en sus primeros 121 juegos en la Gran Carpa. «Como un mes antes de que terminase la primera mitad de la temporada, tenía problemas manteniendo los juegos, pero siempre el equipo me dio la confianza. Manteniéndome fresco, listo para situaciones en las que no puedo estar dudando de mí mismo, sino en ser positivo».

Por otra parte, Ramírez rememora con nostalgia aquellas temporadas en Venezuela que lo ayudaron a madurar como pitcher, concretamente por su efectividad de 2.00 en 21 aperturas con los Cardenales de Lara del 2011 al 2015, pero no sabe si tendrá oportunidad de volver a lanzar por ahora en la pelota invernal.

«El año pasado [los Rays] me dijeron completamente que no, después de que terminé como abridor con ellos», indicó Ramírez. «De este año, ¿quién sabe?. Creo a lo mejor tampoco tendría las opciones de ir. Sería mi primer año de relevo y el primero que me usan bastante como tal.

«Espero terminar con buenos números y cuando llegue septiembre, veré cómo me siento, cómo está el cuerpo, cómo está el brazo», concluyó un digno representante de Nicaragua en las Grandes Ligas.